La Lupa de Bennett
Del optimismo diplomático al caos de abril del 65
Actualizado: 17 de Octubre, 2025, 12:57 AM
Publicado: 17 de Octubre, 2025, 12:46 AM
SANO DOMINGO.– Tras exponer sus impresiones generales del país, a menos de un año del estallido inesperado de abril del 65 que forzara la masiva intervención militar norteamericana para prevenir “una segunda Cuba”, un resoluto embajador Bennett proclamaba en su reporte del 21 de mayo de 1964 al Departamento de Estado que “ha llegado el momento de actuar.
El director de la AID, Carter Ide, se encuentra ahora en Washington, y espero que se le brinde apoyo urgente y comprensivo para que se apruebe el Programa según los lineamientos elaborados durante su reciente consulta aquí.”
Aseveraba Bennett:
“Se debe hacer hincapié en los campos de (1) Agricultura: la productividad agrícola debe aumentarse para satisfacer las necesidades de una población en rápido crecimiento y compensar los efectos de medidas para contrarrestar el problema de la balanza de pagos.
(2) Educación, pero con suficiente flexibilidad para asumir proyectos atractivos que puedan ofrecerse en otros campos.
Existe necesidad apremiante de contratar personal y de contar con proyectos impactantes de envergadura e impresionantes, que tengan un efecto en la conciencia local.”
Apoyo a la autoayuda
"Nuestro programa debe enfatizar el fomento y apoyo a las iniciativas de autoayuda del Gobierno dominicano y las entidades privadas, e implementarse gradualmente a medida se ejecuten las reformas necesarias.
Si bien muchas actividades deben llevarse a cabo con el Gobierno, debemos evitar vincularnos demasiado a una sola administración o grupo.
En lo posible, con procedimientos operativos y fiscales sólidos, debemos procurar trabajar con las comunidades y grupos profesionales, empresariales y laborales privados. Uno de los aspectos más prometedores del panorama local son las Asociaciones de Desarrollo Comunitario que se están organizando en el país, ansiosas por colaborar con nosotros.”
“Estas asociaciones están cobrando impulso gracias al excelente Comité de Santiago, comparable al de una ciudad estadounidense de su tamaño, y que ya cuenta con éxitos positivos.
Estos esfuerzos indican que, por fin, al menos algunos ciudadanos dominicanos están tomando conciencia de sus responsabilidades privadas con el progreso público.
Las organizaciones laborales y las cooperativas agrícolas también ofrecen posibilidades como vehículos adecuados para la cooperación directa. Debemos fomentarlas.
En resumen, vincular nuestros programas con la gente y la iniciativa local, y actuar de forma que convenza a todo el público dominicano de que el pueblo y el gobierno de EE. UU. tienen interés permanente en su progreso hacia la mejoría social y una mayor calidad de vida.”
Efectos políticos.
No podemos olvidar —y no debemos permitir que los dominicanos lo olviden— que las normas de este hemisferio exigen que la República Dominicana recupere su gobierno constitucional.
Sin embargo, en la actualidad, salvo declaraciones egoístas de líderes políticos, la mayoría de los cuales solo coinciden en desguazar el Estado y desear estar en el Palacio Nacional, existe una apatía popular generalizada.
Ninguno de los diversos líderes políticos con los que he hablado da la impresión de tener la estatura nacional ni de ser capaz de dar a este país el liderazgo que necesita. Esto incluye al liderazgo actual de la izquierda democrática.”
“Curiosamente, las dos personas más mencionadas y a las que se les atribuyen posibilidades presidenciales se encuentran fuera del país: Juan Bosch, en Puerto Rico, y Joaquín Balaguer, en Nueva York.
En cuanto a Bosch, su propio partido, independientemente de su postura pública, no está unido en el deseo de su regreso; no existe una demanda pública generalizada.
E independientemente de si las fuerzas armadas dominicanas aceptarían o no su regreso, existen sólidas razones para creer que el propio Bosch prefiere con creces el cómodo martirio del exilio puertorriqueño a los esfuerzos y sufrimientos que conlleva intentar gobernar este país tan ingobernable.”
“Balaguer bien podría representar en este momento el mayor denominador común de apoyo a la Presidencia, ya que cuenta con el respaldo del gran partido PR y de importantes elementos de derecha en las fuerzas armadas y la Iglesia, además de cierto favor popular dentro de grupos como los taxistas a quienes les regaló taxis durante su mandato anterior.
Sin embargo, su combinación de demagogia política y despilfarro económico, junto con su asociación con la dinastía Trujillo, difícilmente parecería recomendarlo como candidato a los intereses de Estados Unidos.
Su regreso abriría la vía para la reimposición del mecanismo de gobierno de Trujillo. Han pasado menos de tres años desde su caída; esas personas siguen aquí y ansían otra oportunidad.”
“Esto nos lleva a Donald Reid Cabral, miembro destacado del Triunvirato gobernante y declarado apolítico. Reid tiene un profundo olfato político y ya ha comenzado a maniobrar para encontrar su camino hacia un mandato más largo, preferiblemente constitucional.
Sus pares sospechan de estas intenciones y habrá cada vez más rumores a medida que se hagan evidentes.
No obstante, desde el punto de vista de los intereses estadounidenses, podríamos hacer mucho peor en un país como este, donde hay tan pocas posibilidades.”
“Como ejecutivo interino, Reid padece la mancha de la ilegitimidad política y no puede esperar ayuda de los políticos en ejercicio para eliminarla.
Sin embargo, si logra demostrar su valía ante el pueblo en los próximos meses y ganarse su apoyo en cuanto a una fórmula aceptable para el retorno a la constitucionalidad, no veo motivos para que Estados Unidos se oponga.
La clave será que consiga los meses necesarios para ganarse ese apoyo y llenar el vacío popular que tiene actualmente.”
El problema militar
Dadas las realidades de la situación, Reid se encuentra, de hecho, en medio de una operación muy discreta. Acaricia suavemente a los militares con la esperanza de que respondan; hasta ahora se muestran dóciles, aunque son un instrumento incierto y peligroso.
Simultáneamente, intenta reducir la influencia trujillista —aún fuerte y orientada a favor de Balaguer— y eliminar del estamento militar algunos de los privilegios indebidos de los que goza, al tiempo que procura evitar una división entre facciones que fácilmente podría desembocar en un conflicto armado.
Es posible que caiga en manos de los militares, pero creo que está alerta ante este peligro.”
Abril del 65 haría añicos la expectativa de Bennett.


