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CUBA: el VI Congreso del PCC y los cambios necesarios

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Los lineamientos de política económica y social presentados originalmente a la sociedad cubana para ser considerados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, fueron sensiblemente modificados en sus aspectos más negativos, por lo que su enmienda y aprobación constituyen un significativo paso de avance en relación con las propuestas iniciales.

El mérito en esos resultados hay que atribuírselo a la inteligencia colectiva de las bases del partido y de la sociedad cubana, a su intelectualidad revolucionaria y a sus mejores cuadros políticos; como también a la receptividad de su actual dirección frente a la avalancha crítica provocada por las propuestas mas reñidas con la necesaria reafirmación de la orientación anticapitalista y pro-socialista de la revolución iniciada hace 50 años.

Incluso antes del Congreso recién concluido, las medidas mas cuestionadas, algunas de ellas en proceso de ejecución, fueron sabiamente detenidas para ser reformuladas.

El Informe al VI Congreso del PCC a cargo del comandante Raúl Castro reveló la riqueza del debate previamente empleado, aun con sus límites en cuanto a expresión en los medios masivos de comunicación; así como los cambios positivos introducidos al documento original, finalmente aprobado con todas las enmiendas señaladas en ese informe.

• Avances puntuales

La supresión de los empleos estatales supernumerarios y el paso de esos trabajadores /as del sector público al cuenta-propismo ya no se realizará en plazos compulsivos. El cronograma a ejecutar será revisado y se pondrá en lo adelante un mayor énfasis en las garantías económicas y sociales que posibiliten su eficaz cumplimiento sin afectar las condiciones de vida de esa significativa parte de la población cubana.

La gradualidad y los aseguramientos aprobados permitirán además debatir y examinar el tema más allá de la simple proliferación de la propiedad individual, creando espacios para contemplar posteriores modalidades asociativas en ese sector.

Un trato gradualmente prudente recibió el sensible tema del desmonte de la libreta de racionamiento.

La apertura a la explotación del trabajo asalariado por propietarios privados fue felizmente descartada, dado que podría constituirse en una las vías de restauración y avance del capitalismo privado.

La creación de “zonas especiales” para la inversión extranjera (tipo China) no aparece ya entre las resoluciones. Igual suerte al parecer corrieron las anunciadas concesiones para la instalación de campos de golf, residencias para millonarios del exterior y proyectos turísticos reñidos con la seguridad medio ambiental y la soberanía.

La apertura a la diversidad de “formas no estatales” de propiedad queda mucho mejor delimitada, con énfasis en el cuenta-propismo, la pequeña propiedad agraria, la concesión de tierra cultivables en usufructos, las cooperativas y las empresas mixtas (estado-inversionistas) bien reguladas.

Reafirmaciones y limitaciones

La descentralización y relativa autonomía de las empresas del Estado contenida en la propuesta original, fue reforzada; aunque perdura la resistencia a su socialización, a su traspaso a los/as trabajadores, a la autogestión obrera y la cogestión entre trabajadores/as Estado.

La propiedad estatal basada en la explotación del trabajo asalariado sigue siendo denominada “empresa estatal socialista” y erróneamente considerada como la principal modalidad del sistema de propiedad en la transición al socialismo; lo que sin duda es una mala herencia +con pretensiones de ser reformada y mejorada, en tanto forma descentralizada´+ del viejo estatismo trasplantado de los colapsados regímenes de Europa Oriental.

El documento se queda corto en cuanto economía política, específicamente en el tema de la identificación y ensayo de variadas formas de propiedad social y /o colectiva (autogestionada, cogestionada, municipal, sectorial, comunitarias, asociativas…); capaces de suplantar propiedades y gestiones estatales generadoras de burocracia, tecnocracia y elitismo.

La referida formulación sobre planificación y mercado, requiere de mayores precisiones en cuanto al tipo de planificación y al tipo de mercado.

La planificación precisa ser desburocratizada, democratizada, convirtiéndola en producto de la participación de todos los sujetos que intervienen en la producción, distribución y consumo.

Los presupuestos requieren ser participativos, diseñadas en función del sentir y la necesidad de la sociedad y sus componentes.

En determinadas fases de la transición socialista los mercados -a diferencia del existente en el capitalismo neoliberal- podrían constituirse en un escenario de competencia regulada entre las empresas estatales autonomizadas, las de variadas formas de propiedad social y los propietarios individuales. Pero a la vez debería repensarse sobre la manera de introducir concomitantemente en determinadas áreas de la economía fórmulas como las planteadas por el Che (sistema presupuestario de financiamiento) e ir reemplazando progresivamente la economía de mercado basados en precios por la economía de equivalencias basada en el intercambio de valores calculados por la fuerza de trabajo manual e intelectual invertida en su creación.

• Metas pendientes

El IV Congreso del PCC fue concebido para concentrarse en lo económico y social, y postergar los necesarios cambios en el sistema político y jurídico-institucional. Esa fue, a mí entender, una de sus grandes limitaciones, aunque no necesariamente inamovible; puesto que el debate sigue y está fijada una Conferencia Nacional del PCC para enero del 2012, que podría abordar algunas vertientes de este importante problema.

La democratización en grande del sistema político y de las instituciones sigue pendiente, con el factor positivo de la creciente participación, más o menos soterrada, más o menos abierta, de las bases de la sociedad y del partido por vías tanto regulares como de hecho.

En mi opinión, la socialización de lo estatal y la democratización de todas las expresiones del poder político, social, cultural y comunicacional, deben ir de la mano y acompañarse de plan progresivo que contemple la manera de extinguir el Estado a favor del poder de la sociedad; un programa que precise como hacerlo a mediano y largo plazo, sin afectar su rol coercitivo y transformador en la transición del capitalismo al comunismo.

Notas relevantes y resaltantes

Ahora bien, en honor a la verdad, aunque faltó economía política y democratización política en sentido general, pero el tema de todas maneras impactó más allá de lo previsto originalmente. El debate forzó a tenerlo en cuenta y provocó reflexiones y decisiones relevantes parcialmente contenidas en el discurso de Raúl.

En ese orden reviste mucha importancia tanto la resolución sobre el tiempo límite (dos periodos, diez años máximo) para los funcionarios electos en el partido y el estado. Esto, de cumplirse, seria un paso trascendente para evitar en el futuro la eternización de los dirigentes en los cargos públicos. La señal hubiera sido mas precisa si desde ahora se hubieran hecho selecciones más equilibradas a favor de los sectores relegados.

También son alentadoras las reflexiones preliminares sobre la separación de los roles y cargos del partido y del Estado y sobre los métodos conducción y relacionamiento con la sociedad, aunque desde ya, para ser más convincente, debió evitarse la superposición de cargos en las alturas. La distancia entre palabras y hechos no pocas veces ha creado insatisfacciones evitables.

Se puso el dedo en varias llagas significativas cuando el camarada Raúl, en forma valiente y autocrítica, consideró “una vergüenza” que después de 50 años de revolución las mujeres, la juventud, los/as negros/as y mulatos/as no estén debidamente representados/as en los órganos de dirección, decisión del proceso.

Esa expresión golpea en sus ejes resistentes las “culturas” machista, racista y adulto-céntrica, más allá de los derechos formalmente consagrados. Omitió, sin embargo, lo relativo a la libertad de opción sexual y a los derechos de homosexuales y lesbianas.

! Lástima que la posterior conformación de los órganos dirigentes por este Congreso no fuera coherente con esa trascendente autocrítica respecto a la débil representación de las mujeres, los jóvenes y los negros en los instancias de decisión del partido!

El anti-imperialismo y el anticapitalismo empaparon el debate pre-congreso y en consecuencia en varios espacios en el discurso del camarada Raúl Castra se expresó con renovados bríos. De ahí, y por el descarte de la privatización empresarial capitalista, las inconformidades de la derecha mundial.

Falta, sin embargo, desde los diferentes roles del Estado, gobierno, organizaciones sociales y partido, la definición del nuevo internacionalismo revolucionario para evitar que los intereses de Estado y las políticas circunstanciales del gobierno, primen sobre el interés de la revolución continental y mundial y sobre la necesaria solidaridad con los sujetos sociales y políticos transformadores en la lucha del trabajo contra el capital y de los pueblos oprimidos contra el actual imperialismo senil y pentagonizado.

Resta ver la evolución del proceso con posterioridad a estos acuerdos congresuales y especialmente la resistencia de la burocracia como “clase imprevista” a sus mejores contenidos; conglomerado social capaz de camuflarse y aprobar, para luego bloquear. La pelea no ha concluido ni siquiera en relación con lo formalmente alcanzado. A penas esta en fase inicial.

Confiamos de todas maneras en las grandes reservas revolucionarias de ese pueblo hermano y de sus fuerzas de vanguardia.

En fin, el sazoncito chino con que se contaminó inicialmente las “reformas” propuestas, fue sensiblemente neutralizado, aunque no totalmente eliminado; dado que no pocos revolucionarios/as cubanos y del mundo lo bjetamos de manera firme y persistente, impactando las decisiones congresuales.

¡Saludamos ese paso de avance, sin deponer la idea de que precisa profundizarse y completarse!

¡Hasta la victoria siempre!

P.D. Este análisis no se agota aquí, puesto que será preciso conocer y examinar en sus detalles los documentos finales del referido Congreso, a los que todavía no hemos tenido acceso después de enmendados. Su versión original fue publicada en la Revista La Época, publicada semanalmente en La Paz, Bolivia.

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