París.– Gérard Depardieu ha admitido este miércoles que tiene el verbo suelto, que es provocador y que puede llegar a ser grosero, pero se ha esforzado en negar las agresiones sexuales por las que se sienta en el banquillo y las que han contado muchas otras mujeres, a las que su abogado no duda en tratar de mentirosas.
En la tercera jornada del juicio ante el Tribunal Correccional de París en el que comparece, Depardieu se ha visto confrontado al relato de la segunda denunciante, una asistente de dirección en el rodaje de ‘Les volets verts’ que ha explicado que sufrió tres agresiones, la primera el 1 de septiembre de 2021 cuando el actor le tocó el culo cuando los dos iban camino del plató.
Sarah, que es el nombre con el que esta treintañera quiere que se la identifique para preservar su identidad, ha indicado que en ese momento se quedó «petrificada» y no supo reaccionar, pero en las dos ocasiones siguientes, cuando le manoseó de nuevo el trasero y los pechos, le dijo claramente «no».
Depardieu ha rechazado esa versión: «No tengo ningún interés, eso no me gusta». Además, ha insistido en que no lo habría hecho «ni siquiera de forma furtiva».
«Incluso si hubiera estado solo con ella, nunca me lo hubiera permitido», ha insistido el actor, que ha reconocido que como ha tenido problemas con chicas jóvenes, que a su parecer se sienten molestas, pide ser asistido por hombres.
«No quiero que vengan mujeres jóvenes al camerino porque soy grosero», ha explicado antes de afirmar que le parece bien el movimiento de «liberación de la palabra» por parte de mujeres víctimas de agresiones sexuales.
Sin embargo, recalcó: «No soy de la misma generación», en referencia a sus 76 años.
La defensa de Depardieu había convocado para que testificara a su favor a su amiga la también actriz Fanny Ardant, que trabajó en ‘Les volets verts’ y que, más allá de señalar que en lo que ella presenció entonces no hubo nada «chocante», se ha esforzado por hacer entender la personalidad desbordante del que ha presentado como un genio que, como tal, no se ajusta a los cánones normales.
Ardant ha señalado que, para Depardieu, ofrecer la «riqueza» y «diversidad» que da a sus papeles sólo le es posible porque pone «todo de su parte, lo mejor y lo peor», y que «sin correr ese riesgo no se es un artista, sino un siervo».
«Hay cosas que ya no son tolerables»
De su experiencia de trabajo en común, Ardant ha señalado que a Depardieu «le gusta la polémica», «se mofa, provoca» y «dice groserías», y ha dejado caer que eso está en desfase con la era del #MeToo: «Sé que el mundo ha cambiado, que la sociedad ha cambiado (…) que hay cosas que ya no son tolerables».
Un desfase, que en todo caso ha quedado en evidencia con el relato de Sarah y de otras tres mujeres, testigos de la acusación, que también han dicho haber sido víctimas de agresiones sexuales en su trabajo por parte del actor, que no se limitó a los comentarios groseros que admite, sino que igualmente las manoseó.
Las tres han señalado que en un primer momento se quedaron paralizadas, que les costó asumir lo que estaban viviendo en carne propia y que se tuvieron que enfrentar al miedo del impacto que iba a tener denunciar a una figura como la de este actor.
El abogado de Depardieu, Jérémie Assous, ha descalificado por falsas esas y otras acusaciones lanzadas contra su cliente, al que ha presentado como víctima de un proceso mediático, y se ha quejado de que le han hundido la carrera porque apenas encuentra rodajes.
«Esas acusaciones, que son extremadamente graves, han dado sus frutos. Aunque Gérard Depardieu ni está condenado ni será condenado han dado sus frutos puesto que socialmente ha quedado descalificado. Socialmente, Gérard Depardieu está excluido y eso es el resultado de las acusaciones, no de una decisión» judicial, ha señalado Jérémie Assous.
El letrado ha lamentado en declaraciones a la prensa que estemos «en una época terrible porque a partir del momento en que se te reprocha una agresión sexual, sea cual sea, de la más a la menos grave, quedas excluido socialmente».
El juicio debe quedar visto para sentencia este jueves, cuando también se conocerá la petición fiscal. En caso de ser declarado culpable, el actor se expone a una pena de cinco años de cárcel y a 75.000 euros de multa.