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Desertificación de Haití

Si la constante presión a que está sometida la frontera por el paso masivo de inmigrantes ilegales, en unos casos vía soborno y en otros de manera subrepticia burlando la vigilancia militar, constituye un serio problema para el país, mucho mas y de mayor gravedad posiblemente lo es la desertificación del territorio vecino.

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Si la constante presión a que está sometida la frontera por el paso masivo de inmigrantes ilegales, en unos casos vía soborno y en otros de manera subrepticia burlando la vigilancia militar, constituye un serio problema para el país, mucho mas y de mayor gravedad posiblemente lo es la desertificación del territorio vecino.

La más reciente investigación sobre el tema exhibe el sello de la prestigiosa Universidad de Temple y fue llevada a cabo por un grupo de científicos.  Sus resultados no pueden ser mas desalentadores y preocupantes.  Haití se está quedando huérfano de bosques con una cobertura de apenas  un 0.32 por ciento de sus bosques primarios.  Este porcentaje, según concluyen los investigadores, hace inviable la supervivencia de muchas de las especies que eran endémicas del país vecino.

Ya hace casi medio siglo, que el historiador Frank Moya Pons, quien durante la gestión de Hipólito Mejía,  estuvo por un tiempo al frente de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, en un folleto cargado de previsoras advertencias llamó la atención sobre el grave estado de pérdida del cada vez mas depredado y reducido inventario boscoso de Haití, y los riesgos y perjuicios que se derivaban para la República Dominicana donde si por el contrario, no enriquecíamos y poníamos  el máximo celo en cuidar nuestra riqueza boscosa, no podríamos evitar que la isla Hispaniola se convirtiese en el primer desierto antillano.

Es ahora, con vistas al estudio al que antes hicimos referencia, que el  reconocido experto forestal Eleuterio Martínez, insiste en la necesidad de preservar nuestros bosques y áreas protegidas, evitando sobre todo la depredación por parte de haitianos y dominicanos asociados para el negocio ilegal de la producción de carbón.  Los daños se dejarían sentir tanto por su impacto negativo en la biodiversidad como en la producción de alimentos.

En el tiempo, donde el plazo se acorta cada día, se nos echa encima el tremendo desafío que representa la acentuación de los efectos del cambio climático. Por mas que se ha ido abriendo espacio a un mayor conocimiento todavía el nivel de importancia que se le concede está muy por debajo del que debiera ser.  Por eso es preciso insistir en el tema y reiterar, una vez más, que nuestro país figura en la lista de los diez que  a nivel mundial se considera están en mayor condición de vulnerabilidad.

Sin que en modo alguno pueda interpretarse como una expresión de racismo o fobia hacia el vecino, lo cierto es que ambos países somos una unidad geográfica y compartimos el mismo pedazo insular de territorio.  Aunque con dos escenarios físicos  bien diferenciados la desertificación de Haití nos afecta por igual y nos torna mas vulnerables.

Lo más grave de todo es que no parece que ni las autoridades ni las entidades de mayor peso del otro lado de la isla, hayan tomado conciencia de la gravedad del problema ni muestren el menor interés en remediarlo.  Tiempo atrás, bajo la presidencia de triste recordación de Michel Martelly, declarado enemigo del país, en una reunión sostenida en la frontera con el presidente Danilo Medina, este le informó la disposición de facilitarle la cantidad de semillas necesaria para iniciar un programa de reforestación.  En la práctica no hubo señales de acogida a la oferta.

Y si bien su sucesor Jovenel Moise ha reconocido la extensión y gravedad del problema no parece tampoco en disposición de acometer la tarea de repoblar de árboles su depredado territorio. Menos aun, cuando su gobierno se encuentra sometido a la presión popular en reclamo del destino de los cuantiosos fondos provenientes de PETROCARIBE.

Mientras tanto, el tiempo corre inexorable, y ya con muy pocos árboles que cortar del otro lado para hacer carbón, será cada vez mayor el trasiego hacia este para aprovechar la madera de nuestros bosques con la participación de dominicanos compartiendo el lucrativo negocio,  donde la complicidad de autoridades proclives al soborno jugará un papel de gran importancia para garantizar la continuidad del mismo y la impunidad de quienes lo llevan a cabo.

 

 

 

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