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Despedidas

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Hay muchas formas de despedirse, unos dicen adiós, otros hasta luego, en la noche cuando nos vamos a retirar decimos hasta mañana, hay quienes dicen nos vemos, chao y así pudiera seguir mencionándoles muchas formas más que usamos los seres humanos. Pero cuando la partida es a la casa del Padre, en muchísimas ocasiones no tenemos tiempo de despedirnos, pues es una ida inesperada, bien sea por un infarto cardiaco, por un accidente automovilístico, ahogado, asesinato u otros más que nos causan la muerte.

Pero cuanto estamos en cama enfermos, con una enfermedad terminal y tenemos el tiempo para reflexionar y darnos cuenta que la vida no se termina con la partida de este mundo a la vida eterna, sino que es ahí cuando comienza la verdadera y definitiva vida, entonces es que tenemos tiempo para una despedida, como lo hizo el Maestro Gabriel Gracía Márquez

Sabemos que hace un tiempo pasó a la vida eterna en México el gran maestro, escritor y periodista, fundador de grandes escuelas de periodismo y cine, el  colombiano, Gabriel Gracía Márquez,  más conocido por Gabo, como comúnmente era conocido, el cual dejará muchas enseñanzas a aquellos que por años hemos seguido su trayectoria.

Él tuvo tiempo de escribir una carta de despedida a sus amigos que hoy quiero compartir con ustedes, es un escrito verdaderamente conmovedor, y que lleva por título Carta de Despedida, y dice así: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otra hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente  y rezaría el Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas.

Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, y diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma  tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan”. Gabriel García Márquez.

La vida nos da personas que son sorprendentes y cuando nos deja nos queda la nostalgia y la tristeza, pero personas como el Gabo nunca mueren, sus obras están ahí y será recordado para toda la vida.

Mis queridos amigos, yo no sé a ustedes, pero a mí me ha dado mucho que pensar y reflexionar esta carta, yo le pido a Dios el poder tener las fuerzas suficientes para poner en práctica algunas de esas cosas que en esta bella carta de despedida él dice.

Termino con los versos 23 y 24 del Salmo 139 que dicen: Señor, examíname y mira mi corazón. Ponme a prueba y conoce mis sentimientos. Corrígeme si voy por mal camino y guíame por la senda eterna.

 Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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