Dios es la fuente de toda provisión, de cualquier cosa que necesites. Es proveedor para nuestro espíritu, alma y cuerpo. Él sabe cómo darnos lo que necesitamos, cuando y donde. Es muy importante creerlo y confiar en el cuidado de nuestro Dios.
“Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” Filipenses 4:19-20.
El apóstol Pablo comienza recordándonos que es Dios quien suple nuestras necesidades. Podemos caer en el error de pensar que son nuestras capacidades, habilidades o profesión las que proveen nuestra vida, pero nada tenemos y nada podemos hacer que no sea permitido por Dios.
Las capacidades o habilidades que podamos desarrollar en la tierra son permitidas por Dios. Los dones y carismas sobrenaturales son impartidos por el Espíritu Santo quien lo hace de manera soberana y basado en la gracia de Dios, por tanto no es por virtudes humanas sino por misericordia divina.
Dios provee para todas nuestras necesidades, nos dice el texto bíblico, por tanto nada se queda por fuera, él provee todo lo que sus hijos necesitan. No hay necesidad más grande que el poder proveedor del Señor.
La Biblia nos dice que él provee “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Esto nos dice que Dios bendice considerando como regla sus riquezas en gloria, él es el dueño de todo, por tanto imagínate el tamaño de su capacidad para proveer. Dice además que es “en Cristo Jesús” si Dios nos dio a su Hijo Jesucristo como no nos dará con él juntamente todas las cosas.
El apóstol Pablo termina alabando a Dios. Nos dice el pasaje de hoy: “A Dios sea la gloria por siempre” lo que nos recuerda que ante el cuidado, bondad, provisión y amor de Dios por cada uno de nosotros debemos levantar alabanzas al cielo y palabras de gratitud al Señor. Evitemos la queja y demos gloria a Dios por sus bendiciones.
Fuente: Reflexiones Bíblicas.