I
LEYENDA CON COLOR A MONARQUÍA
Hubo una vez un Cerro que se tornó Santo por obra y gracia de la ambición de oro.
De eso hace ya más de 500 años cuando avanzaban los crueles conquistadores españoles hacia el centro de Quisqueya y se encontraron con el hermoso valle del Cibao, prestos a descargar su inmensa carga de violencia contra su pueblo originario.
Arcabuces y espadas al ristre y cruces en las manos anunciaban la tragedia.
Cuenta una leyenda de color monárquico, que para vencer la heroica resistencia “indígena”, necesitaron de la ayuda de una Virgen llamada Mercedes, que hizo luminosa aparición en las alturas del cerro para imponer la victoria espuria de la muerte sobre la vida de miles de aborígenes indignados frente a los intrusos.
La leyenda no tardó en ser instrumentalizada como culto y como mito.
Mercedes nunca existió como Virgen.
La inventaron los Reyes de Españas y la curia católica que le servía. Una gran mentira, que repetidas millones de veces, perduró como falsa verdad a través de los siglos. ¡Es antigua la post-verdad!
Y es muy triste que al ingenuo imaginario popular le impongan, retener tanto tiempo como FE una mentira como esa.
No es culpa del pueblo humilde.
Es de los dominadores en constante relevo, pendientes todavía como verdugos del justo ajuste de cuenta de la humanidad y el planeta frente a sus crueldades y al mal uso de la religión.
II
LEYENDA REPARADORA
Hubo también una vez esfuerzos religiosos de reparación, recurriendo a la ingeniosa leyenda de la Virgen de la Altagracia.
Eran los duros tiempos de la intervención militar gringa del 1916 al 1924 y nos cuenta la jerarquía católica de su linda aparición en un hermoso naranjo cuando por allá, por San Juan de la Maguana, donde los campesinos de la zona, con Liborio Mateo a la cabeza, libraban su digna resistencia.
Esta vez la presencia del ser místico fue creada con la benigna misión de forzar a los gobernadores de colonia de entonces a presionar la retirada de los invasores a su sede imperial
Nos cuentan los mismos narradores que el haber logrado la Coronación de Altagracia como Virgen produjo el milagro anhelado y pudo lo que ellos denominan “segunda independencia”.
No cuenta en esa versión místico-religiosa, ni la resistencia del «liborismo», ni el valor desplegado por los gavilleros del Este y de la Línea Noroeste, ni la lucha de pueblo y su intelectualidad patriótica a nivel nacional. Algo que debe extrañar.
Tampoco el hecho de que con la formación de la terrible Guardia Nacional, encabezada por Trujillo, los invasores aseguraron la neo-colonización y control férreo del país, con la cual posteriormente colaboró una parte fundamental de la alta jerarquía católica, hasta 1960.
Nada extraño en las malas prácticas del uso de la religión del lado de poderes opresores.
III
LA RECIENTE MANIPULACIÓN
La leyenda de una Virgen colonialista, promovida con mucha intensidad de su contenido político, y la de otra pro-independencia, manejando con muy bajo perfil su contenido, han coexistido durante décadas en el quehacer de los/as católicos por decisión jerárquica.
La vergüenza socio-histórica que generó la primera, dio lugar a la segunda con cierto espíritu reparador del escarnio.
No sé si Las Mercedes y La Altagracia puedan ser buenas amigas y querer igual al prójimo humilde.
No sé si en la lógica pura puedan ser conciliables en la mística religiosa esas dos versiones asumidas por los de arriba para dominar a los /as de abajo.
No sé, pero ese mundo tiene sus trucos.
Y si es evidente, está en los medios y en la palestra política, que Monseñor Grullón, Obispo de San Juan de la Maguana, está intentándolo de manera muy sutil e inteligente, sustituyendo el nacionalismo Anti Yanki de La Altagracia por el anti-haitianismo racista de los falsos patriotas, en el contexto del Centenario de la Coronación de la Virgen de Higuey.
Masalle, lo hace con más desenfado y más directamente, al estilo prepotente de López Rodríguez.
Dos estilos, pero es claro que la decisión es cupular, no de base.
No de teología de la liberación.
Si de teología de la dominación.
Una determinación política posiblemente unánime en el Obispado y evidentemente distante del estilo y la racionalidad del Papa Francisco, influida por una idea clave y un propósito político:
-La idea de que el pueblo haitiano no emigra por la opresión que sufre, sino que nos invade y reemplaza a EEUU y las potencias occidentales como amenaza a una soberanía nacional dominicana inexistente.
-La determinación política de crear una corriente neofascista, nutrida por el racismo y todo lo conservador: visión xenófoba, patriarcal, homofóbica y fundamentalista religiosa. Fenómeno global muy propio de esta fase de decadencia de la civilización burguesa, crisis integral del capitalismo y de su soberbia guerra global contra la humanidad por recuperar hegemonía absoluta y brutal.
¡Cuidado!
¡Mucho cuidado!
Que andan marchando, marchando, amenazando de muerte, agrediendo…disfrazados/as de “patriotas” y de “cristianos”.
¡Lobos vestidos de ovejas!