El diálogo entre ambos líderes refleja intereses estratégicos en un contexto global complejo.
Santo Domingo.– Según nuestras fuentes norteamericanas es un hecho que el presidente Donald Trump sostuvo recientemente una conversación telefónica muy interesante con el gobernante venezolano Nicolás Maduro, donde se conversó sobre negociaciones a todos los niveles y salidas distintas, hasta un ultimátum para dejar el poder e iniciar una transición pacífica y democrática, por las buenas o por las malas.
Durante ese intercambio, Trump habría dado un paso tan audaz como inesperado: invitar a Maduro a la Casa Blanca. De concretarse, estaríamos ante un acontecimiento que marcaría un antes y un después en la historia política de Estados Unidos y Venezuela.
No es un secreto que la relación entre Donald Trump y Nicolás Maduro ha sido una de las más tensas de la región en los últimos años.
Sin embargo, el poder estatal y más aún la política global, suele dar giros sorprendentes cuando los intereses estratégicos entran en juego.
Una invitación a la Casa Blanca no solo sería un gesto diplomático de alto calibre, sino también una jugada que podría redefinir el tablero del poder político regional.
Más allá de las interpretaciones, lo cierto es que un encuentro entre estos dos líderes tendría repercusiones profundas. Podría abrir puertas a pactos inéditos, modificar y retomar alianzas tradicionales, y provocar fuertes debates tanto en la comunidad internacional como en sus propios países.
Pero si este acercamiento se materializa, será sin duda uno de los capítulos más llamativos, impactantes y estratégicos de la geopolítica hemisférica contemporánea.