La República Dominicana se prepara para un momento crucial en 2028 que definirá su rumbo político.
Santo Domingo.– La República Dominicana se acerca a una crucijada decisiva en 2028. Estamos ante la disyuntiva de elegir entre un verdadero cambio generacional o el reciclaje de un liderazgo que ya llevó el timón por 12 años.
Seamos justos: la experiencia cuenta. Haber gobernado por más de una década no es poca cosa. Sin embargo, la gran interrogante es la viabilidad.
Pero crucemos la acera hacia el oficialismo. Vemos rostros jóvenes, pieles lozanas y sin canas. Pero cuidado: la biología no garantiza la reforma.
Los fuegos artificiales de las redes sociales, los miles de likes y las publicaciones chéveres son plataformas, no planes de nación. A esa generación le lanzo este reto: deben convencer al país de que pueden ir más allá de la volatilidad digital.
No basta con logros gerenciales inflados por oleadas de marketing y relaciones públicas. Deben demostrar que tienen fondo, que poseen las virtudes y el carácter para conducir al Estado, no solo para ganar clips. La conclusión es dura, pero muy real.
Si la propuesta de la juventud resulta ser pura espuma y vacío, el reciclaje con todo su desgaste histórico podría terminar ganando la partida por el simple peso de la gravedad.