Nuestra legislación, que data de hace más de tres décadas, parece desfasada ante los avances vertiginosos de la revolución digital y la emergencia de nuevos modelos de empleo, especialmente el no presencial y aquellos influenciados por la inteligencia artificial.
El Fondo Monetario Internacional anticipa un impacto significativo de la IA en el empleo: un 60% en economías avanzadas, 40% en emergentes y 26% en las de ingresos bajos.
Este dato nos invita a reflexionar sobre nuestra realidad laboral y la urgencia de adaptarnos a este nuevo panorama.
Sin embargo, en nuestro país parece haber una falta de enfoque en estos aspectos.
La discusión se centra en tópicos tradicionales como la cesantía, lo cual, aunque importante, podría considerarse un anacronismo tanto para los empleados como para las empresas.
Muchas de estas últimas, posiblemente, desconocen que se encuentran al borde de la insolvencia debido a pasivos laborales acumulados.
Este escenario plantea una pregunta inevitable: ¿Están nuestros grupos laborales conscientes de la complejidad de estos desafíos?
Es imperativo que iniciemos un debate más holístico, abierto y democrático sobre la reforma laboral. De no hacerlo, corremos el riesgo de enfrentar serias turbulencias sociales.
Debemos abrazar los cambios que la era digital y la inteligencia artificial traen consigo, adaptando nuestras políticas laborales para garantizar un futuro próspero y estable tanto para los trabajadores como para las empresas dominicanas.
