La llegada del secretario de Defensa Pete Hegseth en noviembre de 2025 completa una secuencia iniciada con la visita del secretario de Estado Antony Blinken en septiembre de 2024, seguida por la del secretario de estado y exsenador Marco Rubio en febrero de este año.
Santo Domingo.– La República Dominicana atraviesa un cambio sin precedentes en su posición frente a Estados Unidos. Así lo advierte el periodista y columnista Víctor Bautista, quien analiza lo que define como un “cerco estratégico” en torno a la isla, marcado por visitas de alto nivel, presión comercial y el despliegue de una diplomacia basada en inteligencia.
Según Bautista, la presencia en el país de tres altos funcionarios estadounidenses en apenas 14 meses —Antony Blinken, Marco Rubio y recientemente Pete Hegseth— evidencia que Washington ha dejado de ver a RD como un socio meramente comercial para convertirla en una pieza clave de seguridad regional.
La llegada del secretario de Defensa Pete Hegseth en noviembre de 2025 completa una secuencia iniciada con la visita del secretario de Estado Antony Blinken en septiembre de 2024, seguida por la del secretario de estado y exsenador Marco Rubio en febrero de este año.
De acuerdo con el análisis de Bautista, estas visitas responden a un mismo objetivo: mover la frontera de seguridad estadounidense hacia el Caribe, especialmente ante la crisis en Haití, el narcotráfico y la influencia creciente de potencias como China.
Para Bautista, la señal más contundente no está en quién vino, sino en quién se queda. La designación de Leah Francis Campos como embajadora de Estados Unidos marca “el fin del vacío diplomático”.
Campos no es una figura protocolar. Su trayectoria incluye más de una década como oficial de operaciones de la CIA y un rol relevante en el Congreso estadounidense. Según el columnista, su presencia confirma que Washington ha pasado “de la diplomacia de cóctel a la supervisión operativa”.
Su misión, plantea, es asegurar en el terreno que se cumplan los acuerdos de seguridad pactados con la administración estadounidense.
Este reacomodo ocurre, explica Bautista, bajo la sombra del arancel general del 10 % impuesto por Washington en abril de 2025. Aunque hubo exenciones recientes para productos agrícolas dominicanos, la medida sigue siendo una herramienta de presión.
La ecuación, afirma, es clara:
Estados Unidos ofrece alivio comercial a cambio de alineación estratégica.
La República Dominicana se convierte así en un “ancla de seguridad” para el Pentágono en el Caribe, un rol que incrementa su relevancia, pero también reduce su margen de autonomía.
Bautista concluye que el país entra al 2026 con un estatus elevado dentro de la política exterior estadounidense, pero también con un nivel de supervisión sin precedentes.
La administración Abinader, señala, ha logrado mantener estabilidad económica navegando estas presiones, aunque queda por verse hasta dónde avanzará la integración de las fuerzas dominicanas en el esquema de defensa regional impulsado por Washington.
Para el columnista, lo indiscutible es que “la era de la irrelevancia estratégica ha terminado”. Los ojos del águila —dice— hoy están fijos sobre la isla.