Nicolás de Jesús López Rodríguez es un hijo de la tierra dominicana que nació en 1936 en un campo de la provincia de La Vega, y fue ordenado sacerdote en marzo de 1961.
Andaba por las lomas del Cibao en su trabajo pastoral cuando en 1978 recibió la buena nueva de que el Papa Pablo VI lo había designado obispo de la reciente creada diócesis de San Francisco de Macorís.
En 1981 recibe la notificación del Vaticano de que el Papa Juan Pablo II lo ha designado Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América, en sustitución de Monseñor Octavio Beras Rojas.
Se creía que un obispo recientemente fallecido sería el sustituto de Monseñor Beras Rojas, quien llevaba casi cuarenta años en el Arzobispado junto al Arzobispo Ricardo Pittini y desde 1961 al frente de esta Arquidiócesis.
Estudiante en Roma y Paulo VI:
Nicolás, como le llaman sus amigos y familiares, estudió en Roma a principios de los años 1960’s y en una ocasión le regaló al Papa Pablo VI una medallita con la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia.
En octubre del 2014 estuvo en Roma asistiendo a la beatificación de Giovanni María Montini (Pablo VI), quien fue el artífice y moderador en la Santa Sede de las relaciones diplomáticas con nuestro país y estuvo junto a Rafael Leónidas Trujillo cuando fue suscrito el Concordato el 16 de junio de 1954.
Nicolás agradeció y mantuvo siempre en la memoria a Pablo VI. Sobretodo de acuerdo con ese Papa artífice del Concilio Vaticano II y sus enseñanzas que permitieron a la Iglesia ingresar al llamado mundo moderno.
Juan Pablo II y el Cardenal:
Después de designarlo Arzobispo Primado de América en 1981, diez años después el Papa Juan Pablo II lo eleva a la dignidad del Colegio de Cardenales, quienes son los más cercanos colaboradores del Jefe de la Iglesia.
Como Cardenal se mantiene un sacerdote hasta el final de la vida terrenal.
En el Colegio de Cardenales Nicolás de Jesús López Rodríguez estrechó lazos de trabajo y amistad a partir del 1991 con pastores de la calidad humana e intelectual como Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI en 2005 al fallecer Juan Pablo II).
Cuando llegué a Roma en marzo de 2009 como embajador poco a poco fui escuchando y recibiendo testimonios del prestigio del Arzobispo y Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.
Con el Papa Francisco:
Jorge María Bergoglio, con la misma edad de Nicolás, fue designado Arzobispo de Buenos Aires, Argentina, en 1991 y su ingreso al Colegio de Cardenales se produjo diez años después del nombramiento como Cardenal de nuestro Arzobispo.
Construyeron ambos una buena amistad.
El Papa Francisco lo conocía muy bien cuando en febrero del 2014 delante de mí y de mi esposa, señalando con un dedo a López Rodríguez, dijo: “Este es un hombre bueno”.
Así lo respaldaba Papa Francisco frente a una campaña que en su contra habían desatado las fuerzas del demonio.
Al año siguiente el Prefecto de los Obispos viajó a la República Dominicana y al retornar a Roma le comentó a una persona que había visto pocas Arquidiócesis en América Latina tan bien organizadas como la Arquidiócesis de Santo Domingo cuando la dirigía el Cardenal López Rodríguez.