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“El Valor de una Madre”

Fe y Vida

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

No hay amor que tenga más valor y que este colmado de mas dulzura que el de una madre. Siempre veo en las noticias madres que salen diciendo: Aunque mi hijo es un rufián, ladrón o asesino, es mi hijo, y ella aun sabiéndolo lo defiende a capa y espada, pero bueno así son las madres, son aquellas que a pesar de lo que sea sus hijos son los mejores aunque nunca se ocupen de ellas.

Hace unos días llego a mis manos algo muy bello y lo quiero compartir con Ustedes pues no soy egoísta, creo que todo lo bueno se debe compartir pues así nos nutrimos todos, y dice así: Mi esposa me recomendó salir con otra mujer. Después de varios años de matrimonio descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hacía poco tiempo había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi mujer.

“Tú sabes que la amas”, me dijo un día, tomándome por sorpresa. La vida es muy corta dedícale tiempo. “Pero yo te amo a ti”, protesté, lo sé, pero también la amas a ella. La otra mujer a quién mi esposa quería que yo visitara y saliera con ella, era mi madre, viuda desde hacía unos años, pero las exigencias de mi trabajo, mi esposa y mis hijos hacían que sólo la visitara ocasionalmente.

Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine el Viernes. ¿Qué te ocurre?, ¿Estas bien? Me preguntó. Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias. “No solamente creí que sería agradable pasar algún rato contigo”, le respondí, los dos solitos…Qué opinas?  Reflexionando sobre eso un momento me dijo: Me gusta muchísimo la idea. Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita, cuando llegue a su casa, vi que ella estaba muy emocionada y nerviosa. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el mismo vestido con el que había celebrado su último aniversario de bodas, su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel. “Cuando llegue me dijo”: Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas” me comento ella mientras subía a mi auto. Ellas me dijeron, mañana nos cuentas como te fue.

Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera la Primera Dama de la Nación. Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú sus ojos sólo veían grandes figuras. Cuando  iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi mamá estaba sentada frente a mí y sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios. Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿recuerdas?  Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor, respondí.

Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, solo ponernos al día uno con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine. Saldré contigo otra vez, pero solo si me dejas invitarte a mí, dijo mi madre. Cuando la lleve a su casa, la besé, la abracé y le dije cuanto la quería.

¿Cómo estuvo la cita? Quiso saber mi esposa cuando llegue aquella noche. Muy agradable, gracias, la miré complacido diciéndole, estuvo mejor de lo que me imagine.

Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, que no pude hacer nada por salvarla. A los pocos días recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, contenía una nota que decía: “La cena está pagada por anticipado, estaba casi segura que no podría estar allí, pero igual pagué para dos, para ti y tu esposa,…Jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí, ¡Te amo!, Tu mamá…

En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo “Te amo” y darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia, dales tiempo porque no pueden esperar. Si todavía tu madre está viva…Disfrútala…Si no…Recuérdala…

Recuerda siempre: Dios perdona, pero el tiempo nunca perdona, ni se puede retroceder.

Termino con este pedazo del Evangelio tomado del Capítulo 20, Versículo 12 que dice así: “Honra a tu padre y a tu madre, y el Señor, tu Dios te concederá largos años sobre la tierra”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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