Tras las elecciones, la reconfiguración de distritos electorales cambia el panorama político
Santo Domingo.– En un país dividido por aranceles, shutdowns y sueños de poder, las elecciones del 4 de noviembre de 2025 han encendido la mecha de una nueva saga: Demócratas resucitando en costas azules, republicanos atrincherados en el corazón rojo y un Trump furioso blandiendo el hacha federal contra Nueva York.
Las elecciones de medio término de 2025 confirmaron que Estados Unidos vive una pugna más profunda que la electoral: una guerra de estructuras.
Los demócratas ganaron visibilidad con victorias simbólicas, como la de Abigail Spanberger en Virginia y la de Mikie Sherrill en Nueva Jersey, presentándose como el partido del orden institucional y del pragmatismo económico.
En paralelo, la energía progresista que llevó a Zohran Mamdani a la alcaldía de Nueva York desafía la cohesión de su propio partido, el demócrata. Esta organización ahora debe integrar el idealismo urbano con la moderación suburbana. La guerra de la cartografía electoral se perfila como el verdadero campo de batalla de cara a 2026.
California y Texas equilibran sus estrategias de manipulación de distritos electorales, un empate de poder que trasladará la lucha política a los tribunales. De aquí a 2026, más que ideologías, lo que estará en juego es la arquitectura del poder. Quien domine la ingeniería del mapa dominará el Congreso.
La democracia norteamericana se juega literalmente en el trazo de sus líneas.