En el tercer mes de la cuarentena impuesta por la crisis sanitaria del coronavirus, hay sobrados motivos de preocupación porque, a pesar de juicios optimistas y explicaciones técnicas sobre la letalidad, lo cierto y lo que la gente común observa e interioriza es que la pandemia sigue en curso y creciendo cada día más con un número mayor de fallecimientos.
Esa inquietud cobró mayor fuerza y difícilmente podrá ser despejada por explicaciones de las autoridades de salud, al conocerse que la República Dominicana alcanzó el número más alto de contagios de Covid-19 durante todo el curso de la epidemia, al registrar 629 casos positivos y once fallecimientos en apenas 24 horas.
Estas estadísticas, como reseñan diferentes medios informativos, superan a las del pasado domingo, cuando 526 de las 2,529 pruebas PCR realizadas resultaron positivas. Estos datos son verdaderamente escalofriantes si tomamos en cuenta que estamos a punto de entrar en la tercera fase de la llamada desescalada, en medio de temores de que pueda originar un brote mayor del virus.
Aunque el miércoles se realizaron menos pruebas que el domingo, específicamente 2,465, la tasa de positividad fue mayor, llegando a 25.35 por ciento, muy superior del promedio nacional que, según el ministerio de Salud, es de 17.60% en las últimas cuatro semanas.
La verdad es que la gente simple y llana de la población, que no sabe ni tiene que tener necesariamente conocimientos especializados en este complejo campo, lo que ve son las cifras globales y estas comparaciones que muestran aumento en varias variables de la pandemia y por eso el impacto y consecuente temor.
Sin embargo, también hay que apuntar que por inconciencia, dejadez o falta de comprensión sobre el grave momento que vivimos, mucha gente parece no estar ciertamente preocupada porque viola normas de distanciamiento y se comporta individual y colectivamente como si no tuviéramos enfrentando una seria amenaza para la salud, la vida general y la suerte de la economía nacional.
Es claro que la reactivación económica era ya un imperativo impostergable ante el inminente colapso de gran parte del sector productivo del país, pero el hecho de que el Covi-19 es aún una realidad y una seria amenaza para los dominicanos y el mundo en general, debe mantenerlos alerta y tomando siempre todas las previsiones que impone esta pandemia.
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