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Exaltación de la gastronomía dominicana

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Mario-Rivadulla-30011Feliz, oportuna y justa la iniciativa asumida de conjunto por la entidad sin fines de lucro Fundación Sabores Dominicanos y el Ministerio de Cultura al crear el I Premio Nacional de Literatura Gastronómica que lleva el nombre de Julio Vega Battle y el I Premio Nacional de Periodismo Gastronómico bautizado con el de Simón Romero.

A Vega Battle, figura de múltiples facetas como escritor, abogado, miembro destacado de la Judicatura que llegó hasta magistrado de la Suprema Corte de Justicia, diplomático que cubrió misiones en Londres, La Habana, Bogotá y Río de Janeiro y como docente desempeñó la Rectoría de la Universidad de Santo Domingo, le corresponde el honor de que este certamen de Literatura lleve su nombre como autor de la primera y hasta ahora única novela dominicana que hizo girar su temática alrededor de la gastronomía.

Hubo referencias anteriores sobre el tema. Para 1863, en la obra “La vida en los trópicos”, cuya autoría es atribuida al coronel Joseph Fabens y a la aventurera estadounidense Leslie Cazneau se destaca el gusto de varias frutas criollas y se elogia la simpleza de una suculenta comida elaborada en el rústico marco de una choza rural, “que proporcionaba las ingredientes para iniciar el día”.

Del exquisito sabor de los distintos platos nativos que disfrutó durante su visita al país para sacar a Máximo Gómez de su retiro e incorporarlo a la contienda independentista de Cuba, figuran también varias menciones del Apóstol José Martí, “que buena esa pailita para freir mis chicharrones”, “al pan prefiero el casabe y el café pilado que tiene, por dulce, miel de abeja”.

Cuentan también dos ensayos sobre el tema. Uno de Marcio Veloz Maggiolo, considerado el más grande escritor dominicano vivo, titulado “La Dieta Aborigen Precolombina. (Apuntes para una Gastronomía Silvestre”); el otro, “Itinerario Histórico de la Gastronomía Dominicana”, que lleva la firma de Hugo Tolentino Dipp. Ambos constituyen valiosos trabajos de investigación.

Ninguno de estos antecedentes, sin embargo, le restan méritos al trabajo literario de Vega Battle, de mayor extensión y donde la gastronomía dominicana adquiere dimensión protagónica en la trama de su obra novelística, concediéndole aval suficiente para que su nombre sea exaltado con el título de este I Premio de Literatura Gastronómica.

La identidad de la gastronomía dominicana está representada por la diversidad, habilidades y sabores culinarios de más de una veintena de culturas a partir de sus más remotos orígenes nativos, que nos legaron la tradición del casabe como sustituto del pan.

A Simón Romero le corresponde el incuestionable mérito de haberle dado categoría y proyección internacional.

Considerada por unas ciencias y por otros arte, un debate no resuelto y que pudiera extenderse hasta el infinito, en todo caso, Simón supo aunar ambas definiciones. En su incansable labor promocional de más de cuatro décadas, la gastronomía dominicana se proyectó con ambas características, desde la habilidad para el empleo y mezcla de condimentos en la proporción requerida hasta la presentación artística de platos que estimulan los sentidos de la vista, el olfato y el paladar.

De espíritu abierto y carácter afable, supo combinar su trabajo de chef con la de comunicador que aprovechó cada escenario para exaltar los valores de la variada cocina criolla, crisol de la más amplia, variada y atractiva oferta de exquisitos platos y sabores, en plenitud de satisfacer los más exigentes gustos de quienes disfrutan del buen comer.

A más de sus habilidades culinarias, Simón fue un comunicador innato y un promotor infatigable y creativo. La prensa escrita, la radio y la televisión sirvieron de escenario constante para su divulgación y exaltación de la gastronomía dominicana. A su iniciativa se debe la creación de Festival Gastronómico Dominicano, que más tarde llevaría su nombre, un evento anual en el que participan y compiten los más acreditados chefs del país con la exhibición de las más refinadas expresiones de su habilidad culinaria, tanto en presentación como en sabor.

Impulsado por el afán de dar a conocer las bondades de la gastronomía nacional en el exterior, Simón llevó su mensaje promocional como asesor de su especialidad a decenas de países, cubriendo una activa participación en numerosas ferias y congresos internacionales.

La entonces Secretaría de Estado de Turismo reclamó sus servicios, los cuales prestó cerca de cuatro décadas, durante las cuales por espacio de 34 años fungió como Director del Departamento de Eventos y Gastronomía. Desde esa posición brindó impulso al renacimiento del Festival del Merengue y el Desfile Nacional de Carnaval, dos eventos que consideraba valiosas expresiones de nuestra identidad cultural.

Con su labor reconocida los numerosos premios y galardones que recibió nunca le envanecieron ni modificaron su forma de ser, siempre franco, amistoso, cooperativo y solidario. Para el fueron tan solo estímulos a fin de continuar con la incansable cruzada a la que se entregó por entero durante toda su vida y que marcó un hito en el desarrollo y proyección de la gastronomía dominicana.

Al crear estos dos premios al Periodismo y la Literatura Gastronómica, que llevan los nombres Simón Romero y Julio Vega Battle respectivamente, Sabores Dominicanos y el Ministerio de Cultura rinden justo tributo a la memoria de ambos a la vez que incentivan la continuidad de su obra en torno a un tema sobre el que queda mucho por decir y cuya

importancia amerita mayor divulgación. Y este es el mejor homenaje que se les puede rendir.

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