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Fe y Vida: “Enfrentando el Dolor”

Ray Ortega

Ray Ortega.

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Nuestra vida se realiza y se vive por etapas. Cada una de ellas tiene sus valores propios así como sus realizaciones concretas. Cuando nos toca vivir la felicidad, ese tramo de la vida se atraviesa rápido. Tal parece que el tiempo ha pasado volando, y si no nos hacemos fuertes y ponemos de nuestra parte, las huellas de la misma apenas nos dejaran marcas. Por el contrario cuando se presenta el dolor en cualquiera de sus manifestaciones, puede ser la pérdida del empleo, la muerte de un ser querido, la destrucción de nuestro hogar por un desastre natural, o un divorcio en cualquiera de estas manifestaciones pareciera que el tiempo se detuviera y no pasara, y las mismas pueden dejar profundas huellas en nosotros.

Tenemos que estar consientes que en la etapa de la felicidad, cuando todo nos sale bien, cuando tenemos salud, y cuando gozamos de un buen nivel económico, ahí se suscitan pocas o ninguna pregunta. Pocos se preguntan, ¿Qué significa todo esto?, ¿Por qué soy tan feliz, si a veces ni me lo merezco? Tal parece que lo que hemos recibido o ganado no los merecemos con creces y más. Sin embargo todo lo contrario sucede cuando nos toca vivir la etapa del dolor. Ahí surgen una gran cantidad de interrogantes, preguntas que afloran a nuestros labios como estas: ¿Por qué a mi Dios mío?, ¿Por qué esto me sucede a mí que soy una persona buena?, ¿Por qué estas cosas?, y a veces lo que deberíamos preguntarnos es: ¿Por qué no a mi Señor?, si yo soy tan pecador como el que más lo hace.

Me decía una señora una vez, que cuando su esposo estaba vivo, todos los domingos venían a su casa sus amigos y las esposas a jugar domino, esto lo estuvieron haciendo por más de cinco años. Cierto día su esposo enfermo y más tarde murió. Entonces los amigos y sus esposas iban con menos frecuencia a su casa y llegó un momento en que la visita de ellos ya no existía.

Estemos consientes que en los momentos de felicidad la compañía de nuestros amigos no es muy necesaria, si la tengo bien, pero no es una necesidad imperiosa. Ahora en los momentos de dolor, en los momentos en que estamos pasando por angustias en nuestras vidas, es necesaria la compañía, es necesario tener un hombro donde lloran, es necesario que te digan que te comprenden y que están contigo en este momento de dolor. En ese momento de dolor, las oraciones y la fe son muy necesarias, Las oraciones siempre son bien recibidas, y la fe es lo único que nunca debemos perder. Otro factor importante que nunca debemos perder es la esperanza, Dios todo lo puede y es capaz de hacernos un milagro, pero los mismos se obran cuando tenemos fe y cuando hay esperanza.

Los momentos felices llegan y pasan en nuestra vida velozmente. Los momentos de dolor, marcan y nos motivan a descubrir que Dios escribe derecho con letras torcidas y que es capaz de sacar de un mal o de algo triste un bien para beneficio nuestro.

Aprendamos a enfrentar el dolor con valentía, pues no importa lo feliz que seamos, la etapa del dolor aflorará en nuestra vida algún día.

Termino con el Versículo 4, del Eclesiastés, Capitulo 3 que dice: “Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para los lamentos y otro para las danzas”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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