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Ferzan Özpetek: “La palabra homosexualidad sólo define de cintura para abajo”

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El universo gay

MADRID, España.- A pesar de que el universo gay ha marcado casi cada título de su filmografía, el realizador italiano nacido en Estambul Ferzan Özpetek, que estrena mañana en España «Mine vaganti», asegura a Efe que no le gusta la palabra homosexualidad, pues sólo define la persona «de cintura para abajo».

Özpetek comenzó por el camino del prestigio con la sensual «Haman: il bagno turco» y ha ido popularizando su lenguaje hasta llegar a esta nueva comedia bufa con la que ha reventado las taquillas italianas y que ahora estrena en España.

Notablemente más ligera que sus anteriores filmes -tras el fracaso de su melodrama «Un giorno perfetto»- y protagonizada por Riccardo Scamarcio -conocido por «Mio fratello è figlio unico» o «Eden à l’ouest»-, en ella defiende que, precisamente, la opción sexual no es ni más ni menos importante que la vocación profesional.

«En la película hablo de seguir los propios deseos, que ese ‘algo que decir’ del protagonista también se refiere a su intención de ser escritor», asegura el realizador.

Sumergido de lleno en la comedia casi caricaturesca, Özpetek narra el caos familiar (y el infarto paterno) que provoca que uno de los hermanos confiese en plena cena su homosexualidad, así como el retroceso que este hecho produce en el proceso paralelo que vive su hermano, también gay y con ganas de dejar la fábrica de pasta familiar para dedicarse a la literatura.

Así, «Mine vaganti», quizá involuntariamente, mientras recupera elementos clásicos del cine italiano -como los banquetes familiares- habla de cómo los valores más avanzados conviven con lo retrógrado y el rechazo a la homosexualidad existe desde el propio interior de esta comunidad.

«Mucha gente todavía sigue reprimiendo sus deseos en función de lo que sus padres esperan de ellos, porque la relación paternofilial es todavía una de las cosas más importantes que hay», reconoce el cineasta, que participó con este filme en el Festival de Berlín y que fue objeto de una retrospectiva en el MoMA de Nueva York hace dos años.

Y, según el director, dentro de ese libre albedrío, las opciones son reversibles. «Nadie asegura a un hombre homosexual que en unos años pierda la cabeza por una mujer y nadie asegura a un hombre heterosexual que se enamore de otro hombre», asegura quien, en la película, utiliza iconos de la música gay u hombres apolíneos para identificar a los personajes homosexuales.

Nacido en Estambul pero criado en Italia, Özpetek considera que la mezcla cultural es un valor añadido en «una época en la que es todo muy plano» y en la que «la tendencia, no sólo en Italia, sino en toda Europa y en el mundo en general, es hacia el conservadurismo».

Y es que, «desde que cayó el Muro de Berlín y, más aún, tras el atentado de las Torres Gemelas, se levantan muros invisibles en forma de prejuicios», asegura este director, que ha rodado su última película en Lecce, capital de la región de Puglia en el sur de su país, para derribar otro tópico: la intolerancia germine mejor en el sur que en el norte de su país.

Para terminar de romper con ideas preconcebidas, el realizador, que prepara ahora su salto a la ópera dirigiendo un montaje de «Aida», de Verdi, asegura que el monopolio de Silvio Berlusconi sobre los medios y el poder de su productora cinematográfica, Medusa Film, no afecta a la libertad cinematográfica.

«Hay algún problema para la financiación, pero el cine sigue su camino y la crisis cinematográfica está desde siempre en todas partes», concluye.

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