REDACCIÓN INTERNACIONAL.– Cada cuatro años se le añade un día al calendario y es lo que se conoce como año bisiesto. Pero, más que un simple cambio, la corrección vino a atender un error de cálculo que comenzaba a afectar la economía europea en la época renacentista.
“El tiempo propicio para cosechar llegó y se empezaron a notar unas discrepancias que empezaron a afectar la producción de alimentos. El invierno llegaba más temprano y para la Europa del tiempo un fallo de cálculo podía significar la ruina para alguien que sembraba y criaba animales”, explicó el doctor José Longo, catedrático del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
El error en el calendario Juliano, establecido para la década del año 40 a.c. por el emperador Julio César, que comenzó a reflejarse 1,600 años después, era lo que estaba afectando las cosechas debido a una desestabilización en el inicio de las estaciones del año resultado de ese cálculo incorrecto.
Aunque por 1,600 años el calendario Juliano funcionó, fue el papa Gregorio XIII –junto con sus sabios– quien se percató de que bajo ese sistema cada año tenía 11 minutos y 14 segundos de más, lo que al final de ese tiempo se tradujo en 10 días adicionales.
“El día 5 de octubre de 1582 el papa Gregorio XIII ordenó que ese día se convirtiera en 15 de octubre”, abundó el catedrático del Departamento de Geografía.
Ese, sin embargo, no era el único cambio que había que hacer. El papa se percató además de que el año era un poco más largo, así que para que no se repitiera la historia del calendario Juliano creó lo que se conocería como el año bisiesto. “El calendario que tenemos es el Gregoriano por la costumbre y la Iglesia Católica Romana preserva elementos culturales de Roma”, indicó.
Ese otro error del que se percató el papa Gregorio y que provocó el establecimiento del año bisiesto es en el cálculo de que la Tierra demora 365 días en dar la vuelta al Sol cuando en realidad son 365.24 días. Esa fracción de un cuarto de día por año o seis horas es lo que cada cuatro años provoca que febrero, en vez de tener 28 días, tenga 29, lo que ocurrirá este lunes.
“Esta corrección del papa estaba respondiendo a una situación económica agraria muy característica de la época del Renacimiento”, sostuvo el profesor de Geografía de la Religión.
“Si no se hubiera hecho el cambio, estaríamos notando que las estaciones no están comenzando cuando se supone o habría que hacer algún ajuste… nosotros estamos observando unas discrepancias climáticas pero tienen otro ribete, que es la huella del ser humano”, expresó.
Poco a poco, contó Longo, los países –especialmente católicos– fueron ajustándose al cambio, con excepción de Inglaterra y Rusia, que no hicieron el ajuste hasta 1752 y 1918, respectivamente.
“Si nosotros no hiciésemos esa corrección, quiere decir que para una fecha en particular no vamos a estar siempre en el mismo punto en la órbita y eso, combinado con el eje de inclinación de la Tierra, es lo que determina las estaciones”, agregó el astrónomo y físico José Francisco Salgado Alicea.
“Definimos un año por el tiempo que le toma a la Tierra orbitar el Sol y, claro, para mantener el calendario de forma más simple hace sentido tener un número entero de días y no fracciones, en este caso usamos 365”, abundó.
Larga espera. ¿Por qué se tomó tanto tiempo en enmendar lo que es el calendario Juliano? Longo explicó que para la época medieval la preocupación de los europeos no estaba en observar los astros.
“El interés de aquellos habitantes era velar por la salvación del alma y no había necesariamente ese interés por la ciencia. Si la Iglesia establecía que este es el calendario, pues lo seguían… Cuando Europa empezó a despertar en las ciencias fue en el período renacentista”, dijo Longo al sostener que fue un tiempo que requirió de “grandes mentes”.
“El calendario Gregoriano tuvo su tiempo y su siglo para que finalmente sea el que está más alineado a la realidad”, insistió.
Mecanismos de avance, como el reloj atómico, han ayudado a asegurar que el tiempo se está llevando correctamente.
Nada de supersticiones. Aunque históricamente los años bisiestos se han relacionado con la mala suerte y eventos ocurridos durante esos períodos se han encargado de aumentar ese pensar, la realidad es que científicamente no hay nada que pueda llevar a esa conclusión.
“Como científico te diría que absolutamente no. Recordemos que el calendario es algo hecho por el hombre, que es determinado por el hombre para marcar el tiempo y no es algo que venga de la naturaleza, si llamamos a los meses febrero o marzo es un mecanismo inventado por el hombre, así que realmente no hace diferencia”, dijo Salgado.
Por supuesto, que ha habido años bisiestos que han sido impactantes al registrar eventos trascendentales. Durante años bisiestos asesinaron a Ghandi, a Martin Luther King y a John Lennon.
También se hundió el Titanic. Pero, por otro lado, eventos como el inicio de las guerras mundiales han ocurrido en años regulares.
En el caso de Puerto Rico y Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de los años electorales del siglo XX han sido bisiestos. “Hay veces que los políticos sí están muy pendientes de cómo ese año bisiesto les va a favorecer o no. Son años que ciertamente tienen gran movida en consultar astrólogos”, señaló Longo.
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