Redacción internacional.- En el mundo del cine de acción, Jean-Claude Van Damme construyó un legado indiscutible. Sin embargo, más allá de las cámaras y el brillo de Hollywood, su historia personal refleja un lado mucho menos glamoroso.
En una entrevista en el programa “Sept à huit” con Audrey Crespo-Mara, el actor belga compartió una confesión que pocos esperaban: su relación con sus hijos, marcada por la distancia emocional, es una de las mayores fuentes de arrepentimiento en su vida.
Van Damme, quien comenzó su carrera a una edad temprana, describió cómo el vertiginoso ritmo de su ascenso al estrellato lo llevó a priorizar su trabajo sobre su vida familiar. Dejando el hogar muy joven y pasando décadas viviendo en hoteles, el intérprete reconoció que estas decisiones tuvieron consecuencias profundas.
Admitió que, sus tres hijos, Kristopher (37 años), Bianca (34 años) y Nicholas (29 años), no tuvieron la oportunidad de conocer realmente a su padre. “Tengo una vida formidable, pero perdí la relación con mis hijos”, reflexionó, visiblemente afectado.
La carrera de Van Damme, que incluye éxitos como Kickboxer y Bloodsport, lo convirtió en un ícono del cine de acción. Pero su dedicación a su trabajo también alimentó una desconexión emocional que todavía lo persigue.
“Cuando empecé a tener éxito, lo di todo, pero ellos no lo entenderán, ni siquiera cuando esté muerto”, declaró, aludiendo al sacrificio personal que implicó su ambición. Para el actor, el tiempo que pasó lejos de su familia es una herida abierta que ni el éxito ni los reconocimientos pudieron cerrar.
Aunque los tres hijos de Van Damme viven actualmente bajo el mismo techo familiar, la dinámica está lejos de ser ideal. En palabras del actor, el vínculo se ve afectado por una combinación de admiración y envidia hacia él. Este sentimiento mixto, según expresó, dificulta cualquier intento de reconciliación total.
Además, los tres jóvenes comparten el sueño de seguir los pasos de su padre en el mundo del cine, un deseo que él mismo alentó en el pasado con una visión que ahora considera equivocada. “Les dije que seríamos una familia de cine, pero me equivoqué”, confesó con amargura.
El peso de estas tensiones familiares se vuelve aún más evidente cuando el actor describe sus intentos de compensar el tiempo perdido. Van Damme es consciente de que los malentendidos y la falta de conexión emocional no se resolverán fácilmente.
En contraste con su vida personal, su carrera profesional sigue en ascenso. Este año, participó en producciones como Kill ‘Em All 2 y Darkness of Man, y ya se prepara para El Jardinero, una película dirigida por David Charhon que se estrenará en 2025.
A sus 64 años, Van Damme mantiene una energía que lo posiciona como una figura relevante en la industria del entretenimiento. De igual manera, su éxito no logra apaciguar los sentimientos de pérdida relacionados con su vida familiar.
La reflexión pública de Van Damme evidencia una lucha común en las figuras que alcanzan el estrellato: la dificultad de equilibrar el éxito profesional con la construcción de relaciones personales significativas.
A través de sus palabras, queda claro que el actor no solo busca redimir su papel como padre, sino también encontrar un sentido más profundo a sus logros fuera de la pantalla.
El caso de Jean-Claude Van Damme es un recordatorio de que el éxito, aunque deseable, a menudo exige sacrificios que dejan marcas duraderas. Para el actor, reconstruir los lazos con sus hijos no es solo un desafío, también es una necesidad emocional que define esta nueva etapa de su vida.