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La paz espiritual

La paz espiritual es lo más valioso que podemos poseer. Nadie, humanamente hablando, nos puede dar paz espiritual, los únicos que realmente roban nuestra paz espiritual son nuestros pensamientos y las dudas.

Para obtener paz espiritual no necesitamos irnos a recluirnos a alguna montaña, tener un montón de dinero, placeres carnales, o practicar ritos religiosos, la paz espiritual se puede experimentar ahora mismo en el lugar y en la condición en que te encuentres. Lo más importante es valorar la paz espiritual que el mundo no nos puede dar.

Se cuenta que un banquero americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño, cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño.

El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El pescador respondió que sólo un rato. El americano le preguntó que por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado. El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El americano le preguntó qué hacía con el resto de su tiempo.

El pescador dijo: «Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora, voy todas las noches al pueblo y comparto con mis amigos. Tengo una vida agradable, y en paz.»

El americano replicó: «Soy graduado de Harvard y podría ayudarte.»
«Deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos, comprar un bote más grande y, con los ingresos del bote más grande, podrías comprar varios botes; eventualmente tendría una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador y, eventualmente, abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblo e irte a la Capital, donde manejarías tu empresa en expansión».

El pescador le preguntó: «¿Pero cuánto tiempo tardaría todo eso….?».
A lo cual respondió el americano: «Entre 15 y 20 años». «¿Y luego qué?», preguntó el pescador.

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. «Cuando llegue la hora deberías vender las acciones de tu empresa al público. ¡¡¡Te volverás rico….tendrás millones!!!» «¿Millones….y  luego  qué?». El pescador valoraba más su vida en paz que la riqueza.            

El poderoso emperador Carlos V renunció a todas las glorias de su imperio y se retiró a un convento. Esperaba hallar en él la paz que su corazón no había encontrado en ninguna parte.

El conocido poeta inglés Lord Byron dijo con amargura en su último cumpleaños: «Ha llegado el otoño de mi vida; el tiempo ha destruido todas las flores y los frutos; sólo quedan preocupaciones, dolor y quejas.

Asimismo, al final de su vida, el escritor alemán Goethe, conocido como una de las eminencias de este mundo y colmado de elogios, reconoció que sólo había sido verdaderamente feliz dos días. ¿Por qué razón no eran felices estos hombres? Porque las riquezas, el poder y un extraordinario talento no pueden dar la paz.

¿Dónde se la encuentra entonces? En Aquel a quien la Biblia llama «el Dios de paz». Acuda a él, él puede darle la paz que aún no ha encontrado.

Recuerde que Cristo hizo la paz, pagando un alto precio al dar su vida para que Ud. y yo nos podamos reconciliar con Dios. ¿Acaso ya posee Ud. esa paz? Entonces, no se la guarde, sino compártala con todas las personas del mundo que aún no la disfrutan como usted.

Y recuerde que no es excusa el decir que usted. no puede alcanzar al mundo, pues allí donde Dios lo ha puesto para vivir, es el lugar justo donde nuestro Padre le pide que de testimonio de Él y comparta con sus allegados y amigos el precioso mensaje del Evangelio de la Paz que predicamos.

Ayer ya pasó y no volverá a repetirse, pero el hoy está bajo su completo control. Hágalo hoy mismo y comience a caminar de la mano de Dios, como un hijo confiado de su padre camina por la vida sin temor. Para esto el Señor le dejó Su paz al alcance de su fe. Tan solo créalo y actúe en consecuencia. Dios dice que hará todo lo demás. ¿Se permitirá el gusto de comprobarlo así como otros ya lo hemos hecho? Lo alentamos a vivir una nueva vida en Cristo. Súmese, todavía tiene un lugar en la «mesa del Señor».

El Señor Jesús nos enseñó: Juan 14:27 «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo». Romanos 5:1 «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo».

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