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La vida lujosa de Michael Jordan, sus gustos y sus negocios 

Michael Jordan siempre le ha gustado lo bueno, y ha ganado tanto dinero que se ha dado cada gusto por lo que le apasiona.

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REDACCIÓN DEPORTES.- Michael Jordan siempre le ha gustado lo bueno, y ha ganado tanto dinero que se ha dado cada gusto por lo que le apasiona.

De hecho, según la revista Forbes, es el deportista que más dinero ha embolsado en la historia, con una fortuna calculada en 2.100 millones de dólares. Incluso, a nivel mundial, es la 1.001 persona más rica del mundo

Repasamos como gasta su dinero y qué le gusta hacer, comer y tomar, dónde vive, cómo pasa el tiempo libre y cuáles son sus gustos y pasiones. También, por qué no, cómo está actualmente integrada su familia, de qué trabajan sus hijos.

La comida es una de sus debilidades y es una de las excusas para tener su cadena de restaurantes, que arrancaron en Chicago y que se han ido extendiendo. “Un amigo me presentó el negocio y así comencé. Luego, por el éxito que han tenido, nos hemos expandido”, precisó. Posee cincos locales en sociedad con Cornerstone Restaurant Group. “Pude comprender la dinámica del negocio y, además, lo que más me gusta es tener un lugar propio donde pueda controlar el ambiente, llevar amigos, tener una cena tranquila, poder hablar con ellos, tomar y comer bien. Es algo seguro para mí y, a la vez, un muy buen negocio”, explicó. Parece menor, pero la intimidad y tranquilidad se volvieron clave para una persona tan famosa.

Si hablamos de las comodidades de este billonario, es imperioso hacer referencia a sus casas. En 2013 terminó el hogar de sus sueños en Florida, una construcción que demoró casi tres años y le costó 13 millones de dólares. En un terreno de casi dos manzanas ubicado en Jupiter (ciudad de Palm Beach, a 130 kilómetros de Miami) dentro del exclusivo barrio privado (Bear Club) del ex golfista Jack Nicklaus, cuyo ingreso requiere de una iniciación de 350.000 dólares y luego una cuota anual de 25.000. La casa tiene 11 habitaciones, una piscina, un sector deportivo con una cancha de básquet y hasta una habitación para fumar cigarros con una ventilación especial para sacar el humo. También tiene una casa cerca de Charlotte, la cual utiliza cuando tiene que pasar días en la región por su responsabilidad como dueño de los Hornets. Algo más “modesta”, valuada hoy en cuatro millones y con todos los ambientes (seis habitaciones y seis baños) con vista a un lago. Además cuenta con una pequeña cancha de golf para disfrutar de su pasión, una piscina, un gimnasio y un sector de entretenimiento.

Michael todavía conserva su mítica mansión en Chicago, que está en venta desde hace ocho años y hoy está tasada en 14 millones, a pesar de que su precio original, en 2012, era de 47. En 2013 hizo una subasta pero nadie llegó al mínimo de 23,5 y tuvo que seguir bajándola. Algunos creen que tiene un karma con esa casa, aunque en realidad las razones de la falta de ofertas tienen que ver con que es una propiedad muy grande (5.200 metros cuadrados), con demasiados lujos y un impuesto anual de 100.000 dólares. MJ compró los terrenos en la exclusiva zona de Highland Park (a 44 kilómetros de Chicago), en un barrio ubicado en el medio de un bosque. La hizo de cero, porque quería –como pasó con las otras casas– que cada metro cuadrado se adaptara a sus gustos y necesidades. Está claro que lo exigente y obsesivo que es en la cancha lo traslada a su vida personal y por eso no sorprende lo que quiso sumarle a esa mansión. Además de una impactante cancha de básquet, un gimnasio top en su interior y un court de tenis, posee nueve habitaciones, 17 baños, dos salones circulares, dos teatros, una sala de cine, una bodega, una piscina , una sala específica para fumar con mesas de juego, una biblioteca con pantalla desplegable, una sala con una TV de 110 pulgadas y hasta una casa secundaria para huéspedes, con tres cuartos. Un detalle: el portón de ingreso de la propiedad tiene el N° 23.

MJ, como está claro, armó su vida postbásquet alrededor de sus pasiones. Y una de ellas es, sin dudas, el golf. La descubrió en su época universitaria, a los 19 años, y ya lleva 28 intentando ser el mejor jugador posible. Llegó a un handicap brillante para un amateur (1,9), aunque hoy asegura estar en 4 (cuando más bajo, mejor jugador sos). Michael es socio de 12 clubes exclusivos en el país y ha jugado con los mejores, tanto famosos que lo practican como profesionales. Incluso uno de sus mejores amigos es Tiger Woods, el deportista que lo sigue en ganancias en la historia. Tan fanático es que asegura jugar “36 hoyos, casi todos los días”. Por eso en cada casa se armó un sector especial con hoyos. Eso sí, gracias a su fortuna, se dio el lujo de ir un paso más allá y construyó su propio campo, en Hobe Sound, pequeña ciudad de Florida, ubicada a solo 17 kilómetros de su nueva mansión. Se llama Grove XXIII, manteniendo su obsesión con su camiseta 23, y ocupa 92 manzanas, sin árboles. Tienen las condiciones de una cancha profesional para un campeonato, un par 72, como la mayoría de los campos. La diseñó Bobby Weed, quien quedó impresionado con el interés de Mike por cada detalle. “Venía todas las semanas”, precisa. MJ es el principal inversor, aunque no el único, de un emprendimiento que aseguran rondó los 15 y 20 millones de dólares. MJ, eso sí, se da todos los lujos y tiene hasta un buggy personalizado para moverse por la cancha. “Siempre quise tener mi propio campo, pero realmente nunca pensé que lo lograría. Porque no es una casa. O una pileta. Es solo para una cosa. Por suerte me animé, formamos un grupo y encontré a una mente creativa como Weed para desarrollarlo”, contó antes de enumerar los campos que más le han gustado en USA e incluso en los que ha jugado fuera del país, sobre todo en Escocia e Irlanda.

Si hablamos de lujo, hay que mencionar sus yates: uno de 70 metros, que usa para navegar por el Caribe, y otro más pequeño, de 24 metros, llamado Catch 23, para moverse en distancias más cortas. El primero le costó 80 millones y reemplazó al modelo Mr. Terrible que tenía de la marca Delta Marine. El nuevo tiene ocho habitaciones, un bar, un comedor, un gimnasio completo, un jacuzzi y, claro, una cancha de básquet en cubierta. En Año Nuevo se lo pudo ver navegando cerca de la isla de Saint Barths, uno de los destinos favoritos de MJ. No solo por agua se mueve Su Majestad. También tiene un jet privado, pintado en el azul de la Universidad de North Carolina y con un número que incluye el 23 por su camiseta y el 6, por los títulos NBA que consiguió. La joyería es infaltable en los atletas exitosos afroamericanos y Michael no es la excepción. El astro tiene debilidad por los relojes y le gusta coleccionar algunas piezas bastante raras: tiene un Sonata Ulysse Nardin de oro blanco que cuesta 75.000 dólares, un Richard Mille RM032 que podría ascender hoy a 175.000, un Rolex Daytona de 30.000 que le regalaron y cierra su colección con el top, un Urwerk-203 de 230.000.

En su infancia en Wilmington, Jordan no solo era amante del básquet y del béisbol (por su padre). También lo atraían los autos y las motos, en una región muy fierrera, sobre todo amantes de las carreras Nascar. “Crecí viendo esas competencias, a Dale Easrnhard, Richard Petty y Cale Yarborough… Fui muy fanático y lo sigo siendo”, admitió varias veces cuando asistió a carreras, ya retirado. Por eso no sorprende que sea dueño de una concesionaria en el estado donde creció (Carolina del Norte) y que en su cochera tuviera varios autos de colección para elegir: dos Ferraris (la F335 TR y la 550M), dos Porsches, un Aston Martin DB7 Volante, un Mercedes McLaren SLR 722, un GTB Fiorano, un Chevy C4 Corvette y una coupe Bentley Continental GT. Pero su historia con las motos es todavía más apasionante. “Manejé motos desde los siete u ocho años. Luego, ya cuando estuve en la NBA, dejé de hacerlo por temas contractuales y, cuando me retiré, retomé esa pasión”, contó. Pero no hay nada más apasionante que una historia que lo involucra en Chicago.

Así, con Stewart y Casmay, nació el Michael Jordan Motosports, en 2004. El equipo pasó por distintas marcas y modelos: la Air Jordan XX8 (azul eléctrico), la Jordan Suzuki GSX-R1000 y la Air Jordan XX8 camo azul. También ganó tres títulos, el Superstock Championship en 2008 con Aaron Yates, el SuperSports East Title en el 2013 con Corey Alexander y, el más importante, el SuperBike en el 2010 con Jake Zemke, hasta que Jordan decidió ponerle punto final a la experiencia en el 2014.

Jordan ama hacer negocios. Pero no solo para que le den dinero, sino para aprender, desafiarse y lograr que sean exitosos. Por eso se involucrarse tanto con todos lo que inicia. Estee Portnoy, la mujer que es su mano derecha en finanzas, admitió durante un litigio judicial que no hacía negocios por menos de 10 millones de dólares y David Falk, su agente, admitió que una vez le ofreció uno de 100, en el que solo debía hacer presencia, pero lo rechazó porque no le generaba compromiso ni un challenge. Hace poco, por caso, entró al negocio del béisbol al comprar acciones minoritarias de los Florida Marlins de la MLB, junto a un grupo liderado por Derek Jeter, leyenda de los Yankees y amigo íntimo de Michael. “Me siento muy identificado con él porque cada cosa que hizo en el béisbol, yo fui igual en el básquet. Y sé que quiere construir una franquicia ganadora allí”, fundamenta.

Antes había logrado su sueño de ser propietario mayoritario de una franquicia. No pudo con los Wizards, pero lo logró con los Hornets de Charlotte. En 2010 los compró en 175 millones, justo a tiempo para ver cómo se daba una explosión en los valores de las franquicias en estos últimos años. Hoy valen 1.500 millones y ostenta el 80%, luego de hacer un gran negocio con la venta del 20%. Por ahora no ha tenido éxito deportivo.

En la gestión económica de la franquicia, por lo pronto, le va muy bien y también le ha servido para juntar a la familia. Su hermano Larry, de quien sacó los mayores genes competitivos, trabaja con él en los Hornets, lo mismo que tres de los cinco hijos de MJ. Jeffrey (32 años) y Marcus (30) jugaron en el sistema universitario, ambos en facultades de Illinois, pero ninguno llegó a la NBA y hoy están en distintos puestos de la franquicia, luego de trabajar en Jordan Brand y tener negocios de indumentaria. Jasmine es hoy ejecutiva de Jordan Brand y, a la vez, está con el padre en Charlotte.

Jordan también ha destinado parte de sus ganancias a ayudar a los que más lo necesitan. Pero, justamente, su compromiso social fue su principal talón de Aquiles durante varios años, más que nada por una declaración que lo marcó y, tal vez, resumió su pensamiento. En 1990 se viralizó una frase que generó un enorme revuelo. “Los republicanos también compran zapatillas”, les dijo a sus compañeros cuando se le cuestionó que no apoyara al político Harvey Gantt, quien estaba en campaña (contra el republicano, conservador y racista Jesse Helms) para ser el primer senador negro de la historia. Quedó la sensación de que los negocios personales de la estrella estaban por encima de su compromiso social, político y, lo más importante, étnico. MJ aclaró que lo comentó en broma y se excusó diciendo que “no iba a apoyar a alguien que no conocía”. No todos los entendieron y la estrella perdió credibilidad, sobre todo entre los afroamericanos y, en especial, en comparación con Muhammad Ali. “Soy un jugador, no un activista”, se defendió. Las críticas se escucharon por años, incluso de colegas como Kareem Abdul-Jabbar, aunque MJ ha cambiado su perfil en los últimos tiempos. Financió la película Malcolm X, celebró la llegada de Obama a la presidencia, hizo aportes a las campañas demócratas, apoyó a los Clippers cuando se rebelaron contra los comentarios racistas de su dueño y se puso del lado de NBA cuando le sacó el All Star a Charlotte por sus políticas antitransgénero. También, claro, hizo donaciones millonarias para los más necesitados (sobre todo después de los huracanes Florence, Bahamas y Carolinas) y mostró un creciente compromiso con fundaciones de ayuda. Incluso aportó siete millones de dólares para construir la primera de las dos clínicas médicas en Charlotte para atender a miembros desfavorecidos de la comunidad.

El de sus pasiones, gustos y debilidades. El costado del disfrute de un multimillonario que trascendió todas las fronteras.

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