Deja huellas invisibles en niñas, mujeres y sociedad, advierten expertas
Santo Domingo.- La violencia contra la mujer, no siempre se manifiesta con golpes o amenazas, la doctora Lilliam Fondeur explicó una dimensión muchas veces ignorada de ese flagelo: la violencia simbólica, término acuñado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu.
“Este tema no es para la familia, sino para todas las personas en este planeta”, dijo la especialista.
La violencia simbólica, según Bourdieu, es una forma de dominación que no requiere fuerza física. Se ejerce de manera sutil, a través de símbolos, valores, normas y estereotipos incorporados de forma natural por la sociedad. Así, las estructuras de poder se perpetúan sin necesidad de coacción visible.
La doctora Fondeur destacó que esta violencia es tan “normalizada” que quienes la sufren y muchas veces la ejercen ni siquiera la reconocen.
“Las personas dominadas lo ven como normaporque te quejas si las cosas siempre han sido así y no van a cambiar”, señaló.
Fondeur puso varios ejemplos concretos de cómo este tipo de violencia opera en la vida diaria y desde la infancia:
|- Cuando una niña dice querer jugar básquetbol y los adultos le responden que “ese no es un deporte para ti”, imponiéndole que juegue ballet u “otros juegos de niña”.
|- Si una niña es muy dedicada al estudio y se le dice “no te afanes, para qué vas a estudiar tanto si al final un hombre te mantendrá”, reforzando la idea de que ella no debe aspirar a autonomía.
|- Las mujeres suelen ser las seleccionadas para protagonizar la publicidad de productos de limpieza o cocina, aunque los hombres también puedan cumplir ese papel. Esa asignación naturaliza la idea de que las tareas domésticas son exclusivamente femeninas.
|- Los estándares de belleza: se espera que la mujer luzca “eterna joven”, sin arrugas ni canas una exigencia que no recae de igual manera sobre los hombres.
Según Fondeur, estos ejemplos no son “casos aislados”, sino manifestaciones de una violencia estructural que se reproduce desde la socialización, las familias, los medios de comunicación, la publicidad, la educación y las instituciones.
Reconocer la violencia simbólica es clave para desmontar estructuras de poder históricas. Al naturalizar roles de género, continuamos reproduciendo desigualdades sin cuestionarlas. Las mujeres y en general los grupos subordinados internalizan esos valores, lo que limita sus aspiraciones, su autonomía y su dignidad.
Al operar en ámbitos cotidianos como la publicidad, la familia, la educación y los medios su impacto es transversal y permanente. No se trata de episodios puntuales, sino de una matriz cultural que moldea percepciones, actitudes y posibilidades desde la infancia.