Este paso merece reconocimiento, pero también exige vigilancia ciudadana constante.
Santo Domingo.– El traslado de los primeros internos al CCR Las Parras marca un hito que la República Dominicana debía saldar desde hace décadas.
La Victoria fue durante años un símbolo de abandono, hacinamiento e indignidad, una mancha dolorosa para un Estado que proclama respeto a los derechos humanos.
Este paso merece reconocimiento, pero también exige vigilancia ciudadana constante.
No basta con mover presos de un lugar a otro: la reforma penitenciaria debe garantizar condiciones reales de rehabilitación, seguridad y reinserción social.
Celebrar, pero con prudencia, transparencia y continuidad, porque la victoria será convertir centros en espacios de justicia, no de encierro.