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Las  zonas oscuras de la economía mundial

Los recursos que mueven son de tal magnitud y los márgenes de beneficio tan elevados que dan para agenciarse en no pocos casos la complicidad pasiva y hasta activa de las autoridades encargadas de hacerle frente en todas las instancias de los poderes públicos, y en no pocos casos a envilecer y corromper el tejido social de  países de débil estructura institucional, autoridades vulnerables y un bajo nivel de conciencia ciudadana.

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Las estimaciones del Fondo Monetario Internacional sitúan en un 2.5 por ciento de la economía mundial el monto de los sobornos.   Traducido a dólares la cantidad estaría en el orden de un billón y medio. Una cifra fantástica.

 Es una situación que prácticamente se da, en mayor o menor medida, en casi todos los países del planeta.  Un mal tan antiguo como la humanidad, donde la diferencia sin embargo reside en el régimen de consecuencias.  Los países donde la tasa de sobornos es más reducida obedece a que la Justicia juega su papel y los responsables son condenados a devolver el monto del soborno, a pagar elevadas multas y a pasar largo tiempo tras las rejas de la prisión purgando su delito. 

No son los sobornos, sin embargo, la única zona oscura de la economía mundial.  Si vamos al narcotráfico, el trasiego y venta de drogas prohibidas alcanza cantidades estratosféricas que se estiman entre 500 y 700 mil millones de dólares anuales. 

La evasión fiscal es otra práctica delictiva de alto vuelo.  El famoso escándalo de “los papeles de Panamá”, que dejó al descubierto el refugio de tantos negocios turbios y figuras conocidas del mundo financiero, político y social, es apenas el asomo de una fiera que tiene tentáculos esparcidos por todo el planeta. 

El contrabando es otra fuente pródiga de recursos obtenido por vía ilícita, que ha formado más de una abultada fortuna en el bajo mundo de la delincuencia.  El solo hecho de que en nuestro país de apenas diez millones de habitantes proporción insignificante frente a los siete mil millones que pueblan el planeta, el de bebidas alcohólicas, cigarros y cigarrillos le reste al fisco miles de millones de pesos, da  una pálida idea del volumen que alcanza a nivel mundial, donde se trasiega de manera ilícita todo género de productos burlando la vigilancia aduanal. 

Un negocio ilícito que además pone en alto riesgo la salud y la vida de los usuarios  es la venta de medicamentos falsificados, que un cálculo oscilante estima entre 50 mil y hasta 80 mil millones de dólares cada año. En nuestro país, de mercado tan limitado, pudiera superar los dos mil millones de pesos. 

Otras actividades criminales, que inclusive tocan fibras muy sensibles que retan los más elementales sentidos humanitarios, como son el tráfico de órganos y el de personas a gran escala, por lo general mujeres con fines de  explotación sexual muchas veces reclutadas bajo falsas promesas de trabajo y  luego someterlas a condiciones inicuas de esclavitud, llegan a ser también negocios lucrativos para sus organizadores. 

Son todas actividades criminales que sumadas en conjunto representarían una proporción nada despreciable de la economía mundial, constituyen sus zonas oscuras y representan un permanente reto al esfuerzo de los gobiernos para prevenirlas y combatirlas.  

Los recursos que mueven son de tal magnitud y los márgenes de beneficio tan elevados que dan para agenciarse en no pocos casos la complicidad pasiva y hasta activa de las autoridades encargadas de hacerle frente en todas las instancias de los poderes públicos, y en no pocos casos a envilecer y corromper el tejido social de  países de débil estructura institucional, autoridades vulnerables y un bajo nivel de conciencia ciudadana.

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