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Llevan al cine la cara oculta de la vida monacal budista en Tailandia

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Cine

Bangkok.- Una película estrenada en Tailandia muestra por primera vez la cara más oscura de la vida en el interior de un monasterio budista con una trama de asesinatos y narcotráfico que sorprendentemente ha superado la férrea censura.

«Asesinato y reverencia», dirigida por el británico de origen tailandés Tom Waller y basada en la novela homónima de Nick Wilgus, cuenta la historia de Ananda, un monje y expolicía que investiga la misteriosa muerte de un niño de la calle en un templo de Bangkok.

Como el padre Guillermo (Sean Connery) en «El nombre de la rosa», Ananda y su joven escudero -un adolescente con polio- empiezan a indagar en la comunidad y descubren que algunos bonzos trafican con drogas a cambio de favores sexuales con los chavales sin recursos.

«Hay monjes y malos en cualquier monasterio. Ésa es la realidad de la institución hoy en día en este país», explica a Efe el director, quien admite que siempre quiso hacer una versión local del clásico de Umberto Eco llevado al cine en 1986 por Jean-Jacques Annaud.

Igual que en «El nombre de la rosa», el tira y afloja entre Ananda y su abad lleva a que el primero sea acusado de poco virtuoso y se queda solo en su cruzada por conocer la verdad en un país donde únicamente la monarquía es más venerada que el monacato.

Waller recuerda que en Tailandia cualquier hombre puede ser ordenado novicio sin apenas requisitos, y antaño la costumbre era hacerlo al menos una vez durante la edad adulta para aprender los preceptos del budismo.

También es habitual convertirse en monje para huir de las deudas o escapar a la acción de la Justicia, como intentaron hace meses dos acusados por el escándalo de miles de fetos procedentes de abortos ilegales descubiertos en el tanatorio del monasterio de Phai Ngern en Bangkok.

Aquel caso provocó un enorme revuelo en Tailandia, donde en el pasado un abad confesó que se disfrazaba de militar para ir de incógnito a los prostíbulos, otros admitieron que se gastaban el dinero de las donaciones en juegos de azar y se reveló que hasta 30.000 inquilinos de las pagodas eran drogodependientes.

Esa otra realidad que ocurre dentro de los templos jamás había sido mostrada de forma tan directa en la pantalla grande, algo que el cineasta pensaba que iba a traerle problemas con la censura.

«Aunque la película no va sobre religión, toca un tema sensible en un país budista y de manera muy explícita», comenta Waller.

El responsable del film se sorprendió cuando el comité de supervisión del Ministerio de Cultura no efectuó cortes y otorgó a la cinta una calificación de no apta para menores de 15 años.

La misma restricción le fue negada en 2007 al famoso director tailandés Apichatpong Weerasethakul, Palma de Oro en Cannes pero quien tuvo que eliminar una escena en la que un bonzo salía tocando la guitarra para que una de sus películas pudiese ser comercializada en las salas.

Waller cree que los censores dieron su visto bueno porque la historia representa fielmente la estrecha relación entre los monjes y la sociedad a la que pertenecen y que les necesita para bendecir un nuevo comercio, consultar números de la suerte o tener un hijo.

«No es que haya delincuentes en todos los monasterios, ni que no los haya en ninguno. Esto es un relato de ficción que puede ocurrir en cualquier parte del mundo», apunta el realizador.

Entre otros certámenes, «Asesinato y reverencia» fue exhibida en el pasado Festival Internacional de Cine Independiente de Oaxaca (México), donde tuvo una buena acogida, y una de las protagonistas es Charina Sirisinha, actriz y cantante de padre tailandés y madre dominicana.

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