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Los Khoury y su Huella en Diversas Ciudades Dominicanas

Enfoque

Cuánto añoro la presencia de este entrañable amigo. Otro aporte del Levante a esta tierra hospitalaria.

José del Castillo Pichardo

La grafía de los apellidos llegados del Levante ha experimentado en su crujir burocrático múltiples metamorfosis al desparramarse por el mundo. Es la huella manuscrita o dactilográfica que va quedando plasmada en los registros de los puertos, accesos fronterizos y aeródromos o en oficinas de negociados de inmigración donde se otorgan permisos de residencia a extranjeros inmigrantes que buscan un mejor destino para sí y los suyos.

En el caso de libaneses, sirios y palestinos que arribaron a América, buena parte cristianos maronitas, sometidos sus pueblos bajo el Imperio Turco hasta 1918, podría hablarse de un «todo incluido» motivacional y de un movimiento migratorio sin retorno.

Los Khoury desembarcaron desde inicios del siglo pasado por Puerto Plata y otros puntos, estableciéndose en Santiago, Salcedo, San Francisco. Implantaron su huella en Ciudad Trujillo, San Pedro, Hato Mayor y Barahona.

Entre los de más antigua data que figuran en los archivos oficiales encontramos a Fadlo Khoury, un comerciante libanés natural de Monte Líbano que habría ingresado por Puerto Plata en 1903, quien el 1/3/43 se declaraba retirado del oficio y sin trabajo, soltero, de 68 años, residente en la calle San José 17 de Santiago. También radicada en la urbe del Yaque, aparecía doña María Khoury Vda. Fadul, ingresante en 1907 por Puerto Plata, quien, en el año 43, a la edad 45, había procreado 5 hijos dominicanos.

Establecido en Santiago, en la Beller 107, se hallaba el industrial y comerciante procedente de Monte Líbano Juan Khoury, quien llegó por Puerto Plata en 1911, casado con la dama libanesa Matilde Hapub en 1933, de cuya unión nacieron 5 vástagos. Al iniciar 1943, Juan frisaba los 44. En 1954, la señora Caddus Hallal de Khoury tramitaba su quinta renovación de la residencia dominicana. De 35 años, natural de Monte Líbano y casada con Manuel Khoury, había llegado por el aeropuerto General Andrews de Ciudad Trujillo el 24/9/48 en vuelo de Pan American Airways.

A la Novia del Atlántico arribaron Merched Khoury, comerciante libanés de Monte Líbano que había llegado al país en 1930, quien en 1946 tenía 40 años, casado con Zaquia Farah, su compueblana de 35 años dedicada a tareas domésticas. Ambos vivían en la calle Presidente Trujillo 38 de esa ciudad, junto a su hijo Antonio, estudiante de 18, siendo Rosa y Rafael otros descendientes de la pareja. Los padres libaneses de Merched eran Pedro Khoury y Mariana Shava.

En tanto que George P. Khoury, comerciante libanés de Monte Líbano, de 42 años en 1943, se había instalado en la calle San Felipe 37 de Puerto Plata, por cuyo embarcadero llegó a tierra quisqueyana en 1926, tras haber vivido 5 meses en Cuba. Casado con María Musa en matrimonio efectuado en Monte Líbano en 1923, con ella había gestado a David, Mercedes, Bienvenida, Pedro y Carlos. Los padres libaneses de George eran Pedro Khoury y Mariana Scham.

Nacif Pedro Khoury, negociante libanés soltero de 33 años en 1943, hermano del referido George P., residía en la casa número 19 de la calle Pte. Trujillo esquina San Felipe de Puerto Plata. Había arribado por igual en 1926 luego de estancia en Cuba cincomesina.

Otro Khoury de esta cohorte de comerciantes que hallamos en estos papeles es Said, quien en 1944 contaba con 33 años y estaba soltero. Ingresó por Puerto Plata en el vapor Macorís, oriundo del Líbano, el 22/4/30, aunque en otro documento la fecha consignada es 21/4/29. De nacionalidad inglesa, había nacido en Sudáfrica de padres libaneses, Pedro Khoury y Mariana Scham, los mismos progenitores de George P y Nacif Pedro Khoury. Operándose de este modo la tradicional reunificación familiar en el movimiento migratorio.

Desplazándose más hacia el Este de la isla, otros miembros de este flujo de comerciantes levantinos fijaron asiento en Salcedo. Tal el caso de Isaías Elías Khoury, quien entró al país por Puerto Plata en 1927, registrando otros ingresos en 1932 y 1939. Radicado en la vía Restauración 22, había casado en Baskinta, situado en las montañas libanesas, entre 1250/1800 metros sobre el nivel marino, con Mary Khoury. De la unión nacieron Tony, Alexis, Lladys. Isaías tenía 32 años en 1941, hijo de Antonio Elías Khoury y Name Vda. Khoury.

En Salcedo, tierra de mujeres bravías que han abonado con su ejemplo de vida el vuelo de la libertad, se establecieron mujeres libanesas dedicadas al duro faenar en las transacciones comerciales. Mary Khoury de Khoury figura en 1946, a los 32 años, como negociante en la calle Restauración. Ese mismo año, Yamile Khoury de Albainy, casada como la dama anterior, de 36 años, honraba la buena tradición fenicia, residente en la calle Colón 47.

En Ciudad Trujillo vivía en el 46 María de Khoury, dedicada en cambio a los quehaceres hogareños. Esta libanesa de 39 años tenía su dirección en la avenida José Trujillo Valdez 34, una de las arterias principales de la ciudad que empalmaba la vieja urbe ovandina con Villa Francisca, un proyecto habitacional desarrollado por el empresario visionario Juan Alejandro Ibarra e inaugurado por el presidente Cáceres.

Otra señora bajo el sello de la K que habitaba la capital era Sarah Khoury de Khoury, de 48 años en 1946. De nacionalidad siria, residía en la importante vía Dr. José Dolores Alfonseca 48 (hoy 30 de Marzo) en cuyo curso se ubicaban las casas importadoras de vehículos, estaciones de combustibles, compañía telefónica, ferreterías y otros servicios. Esposa de Najib Khoury, un empresario comercial de nacionalidad siria conforme un formulario y libanesa en otros, quien había llegado en 1905 desde el Líbano al puerto del Ozama. De 55 años, Najib usaba «espejuelos permanentes».

En Barahona, en el Sur profundo, se radicaron los Khoury. En los registros disponibles encontramos a Nassim Khoury, comerciante libanés de Monte Líbano, de 34 años en 1941, asentado en el batey Palo Alto. Hizo su ingreso al país en vapor por Ciudad Trujillo a finales de 1937, hijo de Miguel Khoury y Juana Annia. Casado en Siria con Nayla Constantin, hija de Juan Constantin y Juana Salomón. La pareja había procreado a Najib (en otro formulario figura Nayett), Esmeralda, Nelly y Miguel. En renovación de 1950, Nayla, entonces de 36, residía en la Estrelleta 15 de Barahona.

Sadallah Khoury, comerciante de 29 oriundo de Monte Líbano ubicado en el batey Mena, Barahona, llegó al puerto del Ozama en 1936. En ese batey encontramos a Asma Mikhail de Khoury, quien en el 48 frisaba los 40, libanesa casada procedente de New York quien viajó por avión un año antes al General Andrews. Junto a ella lo hicieron sus hijas Nabbiya, de 11, y Lamia Hanna, de 16, residentes en igual dirección.

Asimismo, figura Moufid El Khoury, nacido en Monte Líbano con ingreso en Ciudad Trujillo por vía aérea en 1948. Ejercía comercio en la barahonera calle Jaime Mota 47. Natural de Siria aplicada al comercio en la Padre Billini de la ciudad sureña, tenemos a Margarita Cury de Cury, de 54 años en 1950. Con 71 años cumplidos en 1946 también aparece María Khoury de Cury en Estrelleta 12, libanesa, de oficios domésticos, viuda.

Conforme árbol familiar, Miguel Cury, quien se dedicó al cultivo de café en Polo, habría sido junto a María el tronco de los Cury barahoneros vía sus hijos Camilo, quien casó con la dominicana Francisca Fernández (hijos, Cerame, Camel, María y Odeida). Y Ayoub, matrimoniado con Margot (Sarah) Elías, de cuya unión descienden Nadime, Nadim, Jottin, Sadala y Bartolo.

La primera, nacida en 1912, casaría en 1938 con el abogado Juan Guiliani, siendo los padres de los destacados economistas Hugo, Juanín y Héctor, tres fraternos a los que la vida social y laboral me ha unido. El mayor, egresado de la Universidad de Miami, se desempeñó como gobernador del BC y secretario de Finanzas, embajador en Washington, Catar y Reino Unido. Juanín sirvió en INAZUCAR y Cancillería, manejando las negociaciones comerciales, y como editor económico en Hoy y Listín Diario. Héctor laboró en el BC como asesor y gerente técnico, al igual que en la CEDEE.

A su tío Jottin lo conocí en el 62 en el despacho del director de El Caribe, Germán Ornes, cuando se ocupaba de la secretaría de prensa del Consejo de Estado. En Unión Cívica participó en su gestación y en su órgano homónimo, junto a Antinoe Fiallo, Federico Henríquez G. y Fernández Spencer. Durante la crisis del 65, fue el canciller estrella del gobierno de Caamaño en las negociaciones con la comisión de la OEA, a quien visitaba en su apartamento del Edificio López de Haro. Del 66 al 70 dirigió la bancada del PRD en la Cámara de Diputados y devino clave en los viajes a España, donde residía Bosch.

En 1972/74 fue rector de la UASD y me tocó, como director del Depto. de Sociología, compartir con él, incluyendo la malhadada incursión policial en la que falleciera Sagrario Díaz y nuestra detención y depuración colectiva en el Servicio Secreto. En 1973 viajamos al Congreso Mundial de la Paz celebrado en Moscú, junto a su esposa Anita Yee, Rafael Kasse Acta y Emilio Cordero, con jornadas en París. 1975 canalicé invitación a participar en el 10 aniversario de la intervención americana del 65, con actos en NYC y Washington, que declinó.

Padre del economista Oscar y la empresaria Alejandra Cury Paniagua y los juristas Julio y Jottin Cury David, a los que me ha vinculado una grata relación rayana en lo familiar. Una cálida amistad se fraguó con este talentoso y culto jurisconsulto en visitas a su hogar y a su oficina de abogado. Grecia y Roma, los enciclopedistas franceses, los filósofos alemanes, García Márquez y Carpentier, frecuentaban con la mayor naturalidad sus ilustrativas conversaciones, amenas hasta el inevitable contagio de la buena risa salutífera que practicaba.

En su itinerario como figura pública ocupó, en el ciclo final de los 10 años del Dr. Balaguer, la consultoría jurídica del Poder Ejecutivo que desempeñara su preceptor en leyes don Polibio Díaz. Justo en el salón de las Cariátides del Palacio Nacional, Jottin Cury presentó en 1996 dos obras del legendario estadista, quien cerraba así su dilatada gestión.

Cuánto añoro la presencia de este entrañable amigo. Otro aporte del Levante a esta tierra hospitalaria.

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