Los rostros jóvenes de la indigencia

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Los rostros jóvenes de la indigencia

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Santo Domingo.– Por: Carolina Cepeda

Santo Domingo.- La creciente ciudad del Gran Santo Domingo, donde se levantan modernas torres y centros comerciales, se ha convertido en un refugio para quienes han perdido todo: identidad, familia y oportunidades.

Entre ellos, un grupo de jóvenes en edad productiva que, en sus rostros, reflejan los embates de pobreza extrema, pero que mantienen una lucha constante para sobrevivir en las calles.  

En el corazón de República Dominicana, un grupo de jóvenes vive una realidad ignorada por muchos e invisible para otros.

“Yo duermo ya donde a mí me cae el sueño”, dijo Joel Morillo Lantigua.

Mientras José Armando Rodríguez, otro habitante de la calle, relató: “Yo a veces busco en la basura para comer”.

Rodríguez tiene 23 años de edad, y 6 meses viviendo en las calles, golpeado por los embates de grandes calamidades, incluyendo la inclemencia de la oscuridad de la noche.

Entre el hedor de la inmundicia que se desprende su vestimenta, el joven narra que llegó a Santo Domingo desde San Juan en busca de un trabajo en el área de la construcción, que no encontró. Ahora intenta sobrevivir agarrado al oficio de limpiabotas.

“Nosotros nos conformamos con lo que nos den, lo importante es no hacer lo malo”, explicó.

Edwin Féliz Féliz, quien está en igual condición contó cómo es su día: Yo salgo, limpio vidrios, vendo flores, esas flores son de ayer, yo ahorita fácilmente las doy baratas”.

Con nombres, pasados y sueños, como él, otros jóvenes permanecen esclavos de la miseria. Dicen que la falta de un documento de identidad que perdieron o nunca tuvieron también les dificulta avanzar...

“Me mandaron a la Junta Central y a Barahona y llevé pila de papeles, pero ellos siempre dicen que faltan papeles. Uno es dominicano y cogiendo pila de lucha y usted sabe que uno no está declarado”, recordó Féliz.

“Yo ‘toy loco por sacar la cédula mía para yo ponerme a trabajar”, reveló Rodríguez.

Aferrados a la vida, resisten día y noche, arropados en el suelo con pedazos de cartón, fundas plásticas o tela vieja, debajo de elevados, usando aceras, callejones y parques como su hogar. 

Joel Morillo Lantigua contó: Yo le ayudo a la gente a lo que sea como le dicen aquí burro a cargar ahí en la Duarte. Por cada vuelta me dan 100 y 50 pesos. Mi mamá ta muerta y mi papá anda por ahí, un borrachón.

Tiene 27 años, y 9 meses sin hogar. Procreó un hijo con su expareja, pero sus errores lo mantuvieron tres años en prisión.

Cuando volví, ella se había casado con mi hermano. Por eso fue que yo me metí en vicio cuando cogí para acá, pero yo cuando estaba con ella vivía una vida normal.

John Montero narró que “a veces uno estando en la calle se mete en conflictos, se busca conflictos y uno tiene que abandonar los sitios, pero después uno va haciendo hincapié y piensa en no meterse en problemas”.

José Luis Encarnación expone cómo su vida cambió de rumbo. “Después de que se murió mi mamá hace un año y pico, que todo el mundo cogió su lado, prácticamente el refugio mío es la droga”.

El consumo de drogas es común en algunos de ellos y el rechazo social es un factor que agrava su situación, según especialistas.

“Que no me maltraten a golpe, que yo lo que soy es una gente que busco vida, ando buscándome el moro”, dijo Florangel Castillo, habitante de la calle.

Luis Vergés, psicólogo tiene la explicación: “Son personas que pagan el precio de la pobreza. Hay dos vías, personas que ya tienen una condición y son abandonados por sus seres queridos, pero también hay otras personas que por cualquier circunstancia material llegan a un nivel de degradación económica y entonces se enfermaron en el camino. La mayor parte de las personas los rechazan, les temen, son aversivos a esas personas”.

Víctor Figueroa, secretario de la Sociedad de Psiquiatría, dijo que según estadísticas, de un 67 a un 77 por ciento de las personas que viven en condición de calle presentan o van a presentar un trastorno mental, dígase una esquizofrenia, trastorno bipolar, así como también consumo de sustancias psicoactivas.

Según estudios, personas que viven en condición de indigencia tienen una esperanza de vida de 30 años menos que el resto de la población.

“Son seres humanos que sienten, que piensan, seres humanos que tienen propósitos en la vida, lo que no tienen son oportunidades…Esas personas están sobreviviendo, sobrevivir significa agarrarse de cualquier cosa mínima para poder mantenerse a flote”, aseguró Vergés.

Para Figueroa, de la Sociedad de Psiquiatría, se pudieran implementar políticas públicas que ayuden en esta problemática: “Un ejemplo es Finlandia, hay un programa que se llama Housing First, en el cual se capta a estas personas, se les da una vivienda tutelada en principio, se les da asistencia mental y física para luego reinsertarlo en la sociedad y así no es una carga para él ni para el otro. También hay otros ejemplos como asistencia de psiquiatría o salud mental móvil, donde se identifica esos núcleos donde se encuentran esos núcleos de personas y se interviene in situ, medicando y dándole participación a que puedan recuperarse”.

Aunque no existe una cifra oficial del Estado de personas que viven sin hogar, este medio pudo constatar su presencia las avenidas Máximo Gómez, Nicolás de Ovando y México, así como San Carlos, Villa Juana en el Distrito Nacional.

“El antiguo 28 no está necesariamente funcionando para este tipo de población. No hay una institución per se, lo que sí hacen las autoridades es que cuando se identifica a una persona en condición de calle que tiene una condición una crisis psicótica en algunos momentos lo llevan a un hospital, se estabiliza, pero luego de ahí no hay una vivienda titulada donde se le pudiera ofrecer un tratamiento a largo plazo”.

Además de compartir las calles y el deseo de salir de la informalidad producto de las limitaciones para ganarse el sustento, mantienen un anhelo en común.

“Hay muchos jóvenes que tiene el anhelo de cambiar y de ser alguien en la vida…Yo quisiera hacerme técnico de refrigeración, me gusta la refrigeración”, dijo Montero.

Mientras, Lantigua plantea su deseo: “Yo quisiera que el gobierno me ayude, que me meta a trabajar aunque sea en el Ayuntamiento, que me haga el favor, yo se lo suplico de corazón”.

José Luis Encarnación reflexiona con una frase conmovedora: “Yo estoy solo en el mundo de mi parte. Para el mundo yo no existo, pero para Dios sí”.

Para enfrentar los desafíos y mejorar la salud mental, el Ministerio de Salud habilitó el Centro de Contacto Cuida tu Salud Mental, donde a través del número 809-200-1400 las personas reciben asistencia de especialistas.

Además, asegura que trabaja en la incorporación de la detección de trastornos psicológicos en las emergencias de los hospitales, y proyecta la incorporación de más psicólogos y siquiatras en las áreas de atención. 

Según especialistas esta labor no es suficiente para respaldar a esa población vulnerable, como garantiza la Ley de Salud Mental no. 12-06, que contempla la garantiza de salud a todo los ciudadanos.

Noticias SIN intentó obtener información de Salud Pública sobre las posibles iniciativas en beneficio de las personas sin hogar, pero los esfuerzos fueron infructuosos.

Estos jóvenes, para quienes sobrevivir un día es una victoria contra la adversidad, claman al Gobierno por las herramientas que les permitan reinsertarse en una sociedad que en su actual condición los mira con prejuicio y miedo.

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