Nataly Yolanda López

Santo Domingo.– Este crimen no es un hecho aislado, es otra dolorosa prueba de una violencia machista que sigue cobrando vidas en la República Dominicana.

Una mujer asesinada por quien decía amarla refleja el fracaso de un sistema que no previene, no protege y muchas veces llega tarde.

No basta con arrestar al agresor después del horror; hace falta actuar antes, educar, denunciar, acompañar y sancionar con firmeza.

Cada feminicidio es un grito silenciado que exige respuestas reales.

La sociedad no puede normalizar esta barbarie.

Proteger a las mujeres debe ser una prioridad nacional, no un titular más.