TOKIO.- El japonés Eiichi Negishi, laureado con el premio Nobel de Química en 2010 por su trabajo para sintetizar compuestos orgánicos complejos, ha muerto en Indianápolis (Estados Unidos), donde ejerció como profesor universitario más de 40 años.
Nacido en 1935 en la antigua Manchuria bajo dominio colonial nipón (hoy situada en la provincia china de Liaodong), Negishi murió el 6 de junio, según informó la Universidad Purdue, donde desarrolló la mayoría de su carrera, recogieron este sábado los medios nipones.
Tras graduarse en la Universidad de Tokio en 1958, trabajó en la empresa textil Teijin antes de comenzar sus estudios en EE.UU. con una beca Fulbright. En 1963 recibió un doctorado de la Universidad de Pensilvania.
Negishi, que ya había estado en la institución como investigador postdoctoral, comenzó a impartir clases en el departamento de Química de Purdue en 1979, hasta su jubilación en 2019.
El japonés fue el segundo Nobel de Purdue tras el químico de origen británico Herbert Charles Brown, laureado en 1979, y del que recibió formación. El propio Negishi diría que su trayectoria como investigador despegó tras asistir a una ponencia de Brown en 1962.
En 2010 fue reconocido con el Premio Nobel de Química junto al también japonés Akira Suzuki, de la Universidad de Hokkaido (Japón), y al estadounidense Richard Heck, de la Universidad de Delaware (EE.UU.), por sus contribuciones al estudio del carbono-carbono, con aplicaciones en medicina, agricultura o electrónica.
Algunos ejemplos de las aplicaciones de sus investigaciones incluyen antibióticos que funcionan con bacterias resistentes a los medicamentos, marcaje fluorescente para la secuenciación del ADN, productos químicos agrícolas que protegen los cultivos de hongos o materiales para pantallas LED.
En la rueda de prensa en la que participó tras anunciarse el galardón, Negishi pidió a los jóvenes investigadores japoneses que estudien y persigan sus sueños, al tiempo que los incitó a dejar Japón para afrontar nuevos retos.
Pese a residir en EE.UU., Negishi colaboró con investigadores japoneses que estudiaban cómo crear combustible a partir de dióxido de carbono a partir de fotosíntesis artificial.