Existe un consenso sobre la urgente necesidad de mejorar nuestro deficiente sistema educativo, y penosamente como algunos pensábamos la solución a su problemática no era tan sencilla como lograr que se cumpliera con el mandato legal de asignar el 4% del Producto Bruto Interno (PIB) a la educación, pues parte de esta es la mala calidad de los profesores, quienes a través de su gremio la ADP, y sus distintas corrientes afiliadas a partidos políticos han logrado un poderío que los lleva muchas veces a sentirse por encima de la ley, la moral y el sentido común.
La suscripción del Pacto por la Reforma Educativa en el año 2014 no implicó una transformación de la ADP, por el contrario su liderazgo como parte suscribiente de ese acuerdo utilizó sus fuerzas para impedir cualquier medida que entendieran pudiera afectarlos, por tanto la combinación entre ese estatus quo y los ingresos continuamente crecientes por estar correlacionados con el PIB ha complicado el panorama, ya que la certidumbre de la existencia de los ingresos aumenta los irrefrenables apetitos y radicaliza las posiciones de quienes actúan, más guiados por sus intereses como líderes gremiales que como maestros preocupados por sus alumnos.
De todas las actividades esenciales la educación fue la que más sufrió por la pandemia pues, aunque la mayoría de estas continuó operando o fue haciéndolo paulatinamente, la educación fue la última en reabrir en gran medida por la resistencia injustificada de la ADP. La luna de miel de las presentes autoridades con este gremio con cuya pasada presidente y miembro de su partido suscribieron un acuerdo el 30 de junio de 2021 en el Palacio Nacional tildado como histórico en el cual se estableció el compromiso por una educación de calidad para todos y mejoras en las condiciones de vida y el ejercicio del magisterio terminó, cuando la plancha liderada por el expresidente de dicho gremio Eduardo Hidalgo, y diputado por el PLD ganó las elecciones en octubre pasado, hecho que fue celebrado por el presidente de dicho partido y expresidente de la República como una conquista del PLD.
A inicios del presente año 2022 la ADP llamó a los maestros a no integrarse a las aulas luego de las festividades hasta que culminara el mes de enero por un excesivo y totalmente injustificado celo por proteger a sus miembros, lo que quedó evidenciado por el hecho de que apenas días después de esa fecha, el 17 de febrero el gobierno eliminó las restricciones establecidas por el covid-19 desde marzo de 2020 por el éxito del programa de vacunación, las bajas tasas de ocupación hospitalaria, mortalidad y contagios, y todo ha acontecido bien hasta el momento.
Como ya no hay excusas para no volver a las aulas por el covid-19 sale a flote la causa de todo este pulso que es una aspiración de un aumento salarial de un 25% alegando incumplimientos al acuerdo suscrito, respecto de lo cual el Ministerio de Educación ha señalado que lo acordado fue un aumento sujeto al comportamiento de la pandemia y sus consecuencias, y que el porcentaje solicitado es impracticable.
En medio de las difíciles circunstancias económicas producto de la pandemia, agravadas por la atroz guerra de Ucrania iniciada hace más de un mes que está afectando nuestro país y el mundo con inflación y amenazas de escasez de bienes y servicios, la pretensión de la ADP es a todas luces irracional, y además inmerecida, luego de un comportamiento de resistencia a regresar a las aulas que le generó rechazo por parte de la población.
La razón para esta actitud de la ADP nos la recuerda un grupo de instituciones educativas y sociales que depositaron una comunicación conjunta ante la asamblea del Pacto Educativo en la que señalan seis nudos gordianos que tiene nuestro sistema, el primero de ellos la “partidarización” de la educación. Esa triste realidad que ha hecho que todos los partidos extiendan sus tentáculos para buscar adeptos en los más de 70 mil miembros de la ADP ha provocado este círculo vicioso infernal, que hace que este gremio tenga músculos para impedir reformas, y herramientas para intentar tumbar el pulso de las autoridades a fuerza de huelgas y a costa de la educación de nuestros niños y jóvenes. Los partidos que han reivindicado triunfos en este gremio no pueden pretender eximirse de culpas por los irreparables daños que se han causado a un sistema que no resiste un día más sin clases, y que urge sobre todo de mucha mayor formación, calidad y vocación de sus maestros.