Al contrario de supersticiosos, creo que muchas cananas nos caen por acciones propias que propician condiciones adversas. Gatos prietos, espejos rotos, fechas raras, ensalmos ni “trabajitos”, por ejemplo, nunca son tan nocivos a cualquier gobierno como pelearse con la Iglesia.
Para enfurruñarse con curas ninguna razón es buena, ni chismes mal llevados, ninguneos mal traídos, incomprensiones recíprocas, celos (porque nada más celoso que un cura) o desavenencias por enchinchamientos. Si el arzobispo Ozoria, tan mudito él, se atrevió a cuestionar la independencia de poderes, y repetir el disparatazo de que nos encaminamos a una dictadura, algo hay que no se ve…
Porque también se quejó de que “se les van los humos a la cabeza” a quienes concentran mucho poder. Ozoria, nacido y criado en Nagua, teólogo de la Lateranense romana, algún trompo embollado tiene y conviene desenredarlo sin pelear