Durante semanas que parecían interminables, la población de Haina clamó para que fueran en su auxilio por una humareda que asfixiaba, proveniente del fuego en su vertedero pero su llamado tardó demasiado en ser respondido.
Como ocurre con otras administraciones edilicias, el cabildo local no contaba con los equipos necesarios para extinguir el incendio e instituciones como el Ministerio de Medio Ambiente no acudían al lugar.
Después de algunos fallidos intentos de sofocación y de que la humareda ya había causado afecciones a innumerables familias, comenzaron a llegar ayudas con equipos pesados, como los proporcionados por el Ministerio de Obras Públicas.
Esto permitió poner término a tan grave problema, pero la lección de lo acontecido es que no debemos esperar que un mal se empeore en perjuicio de una colectividad, para entonces comenzar a tomar acciones,
En realidad, era al Ministerio de Medio Ambiente al primero que le correspondía haber actuado con celeridad y eficiencia, incorporando en la urgente tarea a otros organismos, ya que los cuerpos de bomberos no tenían los medios para controlar el siniestro.
Otro aspecto igualmente importante que debe señalarse: si bien el problema está en estos momentos bajo control, persisten las situaciones que le dieron origen ahora y otras oportunidades. En otras palabras, que si no se adoptan los correctivos y prevenciones de lugar, el episodio volverá a repetirse, afectando la salud de muchas personas.
En consecuencia, la comunidad de Haina necesita tener más dolientes y Salud Pública no puede limitarse a actuar cuando surgen afecciones y enfermedades, sino que en este caso también le toca intervenir para que el vertedero municipal deje de ser una fuente de frecuente contaminación.