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VISIONES SOBRE EL CARIBE: Lecturas que se repiten y transculturación epistemológica. Y 2

El contrapunteo, que en Ortiz era azúcar/cultura-occidente versus tabaco/naturaleza/Cuba (Caribe) se traduce en La isla que se repite, en un diálogo de lecturas que se repiten, sin que una niegue a la otra, quizás neutralizándose mutuamente, pero interpenetrándose en una transculturación que no es solo cultural, sino predominantemente epistemológica, en una práctica cognoscitiva nueva que restablece las jerarquías con respecto a los objetos y sujetos del conocimiento. … Kevin Sedeño [i]

Con esta entrega finalizo el análisis de la interesante ponencia del profesor Sedeño de la Universidad Nacional de Colombia en el Congreso Internacional de Estudios Caribeños que se celebró en el 2007.

El autor, como dijimos en la entrega anterior, parte de una reinterpretación de dos obras claves: Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940) escrita por Fernando Ortiz, y el famoso libro de Antonio Benítez Rojo, “La isla que se repite”.  Expusimos el primer libro y nos faltó espacio para el segundo. Hoy le resumimos las ideas fundamentales de esa segunda  parte del ensayo.

La obra “La isla que se repite: el Caribe y la perspectiva posmoderna” autoría de Antonio Benítez Rojo, y publicada a finales de los años 70, pero es su cuarta edición la que más se conoce, publicada en 1998. En este ensayo, Benítez plantea, basándose en las tesis matemáticas fractales y la teoría del Caos, sostiene que una de las culturas más complejas y discontinuas, es sin lugar a dudas la del Caribe, producto de la multiplicidad de etnias, lenguas, historia, cultura. La discontinuidad aparente del área como resultado de la multiplicidad de variables envueltas, tiene, sin embargo, en esa misma fragmentación y dispersión,  una continuidad inexplicable, que también se repite una y otra vez.

Sedeño plantea que el propósito de Benítez Rojo radicaba en abrir espacios que permitieran una relectura del  Caribe, es decir “alcanzar la situación en que todo texto deja de ser un espejo del lector para empezar a revelar su propia textualidad, en lo que anuncia quizás la emergencia de una especie de síntesis problemática de una nueva epistemología. Su interrogación sobre el ser caribeño aparece despojada de las representaciones…que establecen entre los pueblos y las territorialidades….” [ii]  Pasa entonces el autor a citar las palabras del propio Benítez:

He destacado la palabra “repite” porque deseo darle el sentido un tanto paradójico con que suele aparecer, en el discurso del caos, donde toda repetición es una práctica que entraña necesariamente una diferencia y un paso hacia la nada (según el principio de entropía propuesto por la termodinámica en el siglo pasado)…. [iii]

Entones, después de analizar estas ideas, dice Sedeño, la postura de Benítez es una repetición caótica [iv], en la cual cada nuevo momento implica la emergencia de una diferencia, pero, y es quizás lo sorprendente, nunca emerge un objeto único y descifrable.  “La isla que se repite es entonces también, un espacio simbólico-cultural marcado por una lectura tipo caos, pues mira hacia todo lo que se repite, reproduce, crece, decae, despliega, fluye, gira, vibra, bulle.” [v]

La concepción del caos envuelta en la obra de Benítez-Rojo, se colocan en función del carácter intercultural de los textos caribeños, “que deriva en una abolición de la autonomía textual para reemplazarla por una relación que…va a la búsqueda de significados en el entramado de la cultura.”[vi]

Sedeño plantea que el contrapunteo de Ortiz, se manifiesta, de otra manera en la obra de Benítez-Rojo, aunque, reconoce que va mucho más allá.  Añade el autor del ensayo, que la obra de Benítez aunque puede evidenciarse una orientación netamente eurocéntrica, sin embargo, logra colocar al Caribe, de que ese mar pleno de islas y trozos de continente, se “desgaja hacia dos universos culturales regidos por códigos divergentes: Europa y el Caribe, conciliándolos a ambos bajo la divisa de que una lectura no niega la otra.” [vii]

Y, es quizás lo más interesante del ensayo de Sedeño, el contrapunteo caribeño, se ha sostenido en diálogos inconclusos, de repeticiones constantes: “Eso nos permitiría hablar de lecturas que se repiten, en relación con la inserción de la propuesta de los grandes órdenes de lectura en la teoría del caos.

Sedeño termina su ensayo concluyendo, basándose en el texto de Rafael Rojas, que el único “libro escrito que se propone leer su cultura como si estuviera inscrita plenamente en el ámbito caribeño”, pero  no lo logra del todo. A juicio del autor de este ensayo y de otros intelectuales que han trabajado el texto de Benítez-Rojo, afirman que no pudo sobrepasar su visión cubanocéntrica por sus lectores, pero que al interior de su propia Cuba, ha sido vista como una posición “caribeñofóbica”.

El aporte, sin embargo, de Ortíz y su Contrapunteo y de Benítez Rojo y su isla basada en el caos, intentan ofrecer, a juicio de Sedeño, una innovadora estrategia para repensar la realidad caribeña, estos autores, sigue diciendo Sedeño, elaboraron ensayos antropológicos y literarios “con las tradiciones de lectura de la epistemología de la modernidad occidental. Los procesos de transculturación epistemológica desarrollados por Ortíz y Benítez-Rojo, hacen parte crucial del diseño de una razón post-occidental, superadora de las dicotomías subalternizadoras que articulan la pretensión de centralidad de la epistemología de occidente”. [viii]

¡Qué interesante y qué difícil es entender el Caribe, tan nuestro, tan cercano, tan lejano y por qué no, tan extraño, tan caótico, tan colorido, tan sombrío, tan luminoso y tan desconocido también.

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