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Un 4% para la educación dominicana: a veces, el pueblo sí tiene la razón

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Sin duda alguna, debe haber pocas personas que no concuerden con el anuncio del presidente Leonel Fernández respecto de que es necesaria una revolución en la educación dominicana, pero creo que nos estamos quedando sólo en la reforma. Celebro algunas medidas que se están tomando, aunque no sabemos si serán reales, como el supuesto 30% de ingresos adicionales del Gobierno que irían a Educación-, y aunque creo que son indispensables, añoro abrir el debate a temas esenciales: ¿Qué es educar? ¿Para qué? ¿Cómo?

Sí es fundamental, para una buena educación, que haya buenos profesores; es esencial, por tanto, flexibilizar el estatuto docente, ya que hay que remover a aquellos educadores que no lo hacen bien. Aquellos que en definitiva no aman lo que hacen. Es loable también la intención de reclutar a los “mejores”. La gran pregunta es: ¿quiénes son los mejores? ¿Los que tienen los más altos puntajes en las pruebas nacionales? ¿Es la prueba nacional la que determina las capacidades humanas?

La verdad es que en este punto es donde se ve que no estamos revolucionando nada, sino perpetuando algo ya institucionalizado. Miramos y creemos que las cosas deben ser de cierto modo y ni siquiera las cuestionamos.

En República Dominicana y en muchas partes del mundo se mira al ser humano en forma limitada, sobrevalorando la capacidad lógico-deductiva (lenguaje y matemáticas), como si ésta fuese “la” inteligencia.

Pero la inteligencia no es lineal, sino múltiple, y es esto lo que explica que a muchas personas con una prueba nacional mediocre les vaya bien en la vida y a muchos con puntajes sorprendentes les vaya mal.

El catedrático Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, desde los años 80 nos ha hablado de los nueve tipos de inteligencias, ignoradas en los colegios. Ken Robinson, experto en creatividad, dice que «los colegios matan esta habilidad», y es cierto. Se sobreenfocan en matemáticas y lenguaje, y descuidan otros contenidos. Evidente, quieren obtener buenos puntajes para los rankings. Así, los colegios se centran en entrenar para los resultados y no en educar en el sentido pleno. Los profesores de lenguaje y matemáticas creen que ellos enseñan lo que importa, dándoles la categoría de asignaturas de segundo orden a todo el resto. Los padres leen las notas desde lenguaje y matemáticas… un círculo vicioso.

Pero lo más esquizofrénico es que las empresas quieren gente creativa, que resuelva problemas, que sepa trabajar en equipo, que tenga visión analítica global; es decir, gente más formada desde otras áreas.

Si queremos ser desarrollados, debemos lograr un país más culto, que permita a sus habitantes adaptarse a realidades cada vez más cambiantes y dinámicas, y eso no está en extender el lenguaje y las matemáticas. No desperdiciemos los recursos humanos de República Dominicana: potenciémolos.

Está claro que es difícil con a penas el 1,7% del PIB que se dá actualmente a la Educación dominicana, quizá hasta ni con el 4% alcance, pero de que hay que incrementar la inversión en este rubro no hay ninguna duda, pero sin dejar de lado otras cosas que son tan o igualmente importantes.

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