En la medida que el sistema capitalista-imperialista occidental se torna más insostenible social y ambientalmente…en la medida se desacreditan sus agentes políticos durante su ejercicio como partidocracia estatal-gubernamental…
En la medida que las brutales desigualdades socioeconómicas evidencian la responsabilidad de las élites capitalistas en los procesos de empobrecimiento de la humanidad y el planeta…
En la medida la contrapartida popular cargada de indignación y expresada en rebeldías político-sociales se traducen en recurrentes crisis de gobernabilidad….en la medida todo eso expresa en una multi-crisis crónica y una fuerte tendencia a la decadencia de la civilización burguesa y la pérdida de hegemonía de EEUU…
· Agresividad, degradación y endurecimiento.
En esa misma medida el capitalismo y sus promotores más sistémicos y voraces imponen y endurecen la recolonización neoliberal, derechizan el abanico partidista, sobre-explotan, excluyen, y saquean con más intensidad.
Se gansterizan y pentagonizan, y recurren- dentro de su esquema de guerra global infinita- a las nuevas guerras de reconquista, a la violencia y al despotismo.
Colocan, además, en lugar relevante de su agenda los fundamentalismos religiosos y la cultura patriarcal-machista.
Reprueban la libertad de opción sexual y se recrudece la homofobia.
Refuerzan la dictadura del adulto varón contra niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos mayores; y optan apasionadamente por la supremacía blanca, coloniaje, racismo y xenofobia.
En ese contexto amalgaman todo esto con la política y la comunicación alienante…
· Neofascismo del siglo XXI y alternativa.
Y así rebrota el neofascismo actual como engendro de la dinámica perversa del capital y de su crisis múltiple e integral, estrechamente relacionada con su declive como sistema de dominación.
Un fenómeno global que sigue creciendo en tanto expresión de la decadencia agresiva de un prolongado reinado, el cual se está degradando y debilitando, con brotes de masas fanatizadas e irrupciones coyunturales muy violentas, entre otros países, en EEUU, Perú, Brasil y Europa Occidental.
Un fenómeno de actualidad que se expande dada las debilidades esenciales de sus contrapartidas políticas.
El reciente reventón violento de ese fenómeno en Brasil, en ocasión de la victoria de Lula y del PT, prendió las alarmas. Obligatoriamente hay que verse en ese espejo: hasta promotores de los diversos componentes de la ideología neofascista, en actitud de suprema hipocresía, han tenido que distanciarse de esos hechos y condenarlos
Ese engendro neo-fascista está presente en toda la región latino-caribeña, sin excluir nuestra República Dominicana, donde el racismo anti haitiano impregna gran parte sistema de partidos y gobierno, y donde el dogma religioso se funde con el Estado, con la gestión política cotidiana (incluida la del presidente Luis Abinader), con los procesos educativos públicos y privados, y gran parte de la producción mediática-propagandística, augurando densos nubarrones.
Los violentos acontecimientos de Brasil, al tornarse tan grotescos y afines a una conjura golpista, ha puesto en apuros a las fuerzas ultraconservadoras que están transitando por caminos facistoides; viéndose obligadas en consecuencia a distanciarse formalmente de los protagonistas de los mismos, dado el enorme repudio que han concitado el neofascismo brasileño a nivel continental.
Aquí no ha faltado el despliegue de simulaciones o de silencios en casi todo el espectro conservador y en casi todos los sembradores de odio neofascista, con sede en el Palacio Nacional, Congreso, cúpulas partidistas, eclesiales y empresariales.
Bolsonaristas y trumpistas vergonzantes aparecen condenando o evadiendo el apoyo a sus modelos y referentes. Señal de una pusilanimidad que los condena a la derrota.
La lección brasileña, como la masacre en Perú a cargo de fuerzas parecidas, no dejan dudas de que el tema no puede ser descuidado por más tiempo.
Dejar que avance y logre manipular una parte significativa de las sociedades, sin atacar sus raíces ideológicas y aislar sus cabezas, tiene un enorme costo político.
Por tanto, el curso actual de la crisis global y sus trágicas derivadas imponen la necesidad librar una batalla de ideas de alto calibre que posibilite desmontar las fuentes que nutren y permiten potenciar el pensamiento neofascista y sus bases culturales de larga tradición; incorporadas al quehacer político cotidiano de los diversos agentes de una dominación capitalista significativamente agrietada por la peor crisis de su historia.
Existen aportaciones teóricas y diseños de políticas públicas capaces de erosionar el conjunto alienaciones históricas derivadas incluso de formaciones económicas-sociales anteriores, a las que desesperadamente estás apelando el sistema capitalista-imperialista occidental y fuerzas asociadas, para prolongar a cualquier precio su maltrecho reinado. ¡No hay razones para vacilar!
En perspectiva la alternativa deberá ser definidamente antiimperialista, anticapitalista, feminista, ecológica, laica, anti-racista… o será frustrada por el avance del fascismo en expansión.
Y si a la suma de esos factores adversos y discriminaciones cooptadas se le suman a una opresión clasista cada vez más despótica, el producto no es otro que un nuevo fascismo propio de la postmodernidad y con aliento digital mercadológico; y necesariamente la alternativa que lo liquide equivale a un nuevo socialismo, fruto de una ruptura y una nueva creación a cargo de todas las rebeldías contra todas las opresiones.
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