Victor Bautista.
El tiempo será uno de los recursos más escasos del gobierno que inicia el presidente electo Danilo Medina Sánchez a partir del 16 de agosto, por lo cual –desde mi punto de vista- deberá comenzar a operar de manera efectiva desde el mismo día 17 sin desaprovechar un solo segundo.
¿Por qué la afirmación? Parto primero de que Medina no tiene posibilidad de reelección constitucionalmente hablando. Él mismo ha dicho que su ejercicio gubernamental sólo se extenderá por cuatro años. No creo que asuma la aventura de un cambio en la carta magna para el continuismo.
En ese contexto, como todo gobierno nuevo, tiene el riesgo latente de perder los cuatro meses y medio que quedarían para terminar el año. Los funcionarios designados tienen que aclimatarse y conocer a fondo la situación de las instituciones a su cargo para poder tomar decisiones certeras.
Este tiempo habría sido ganado, a favor del nuevo gobierno, si Medina hubiese seleccionado su gabinete el 21 de mayo, después de ganar las elecciones el día anterior. No era necesario hacerlo público. Bastaba con que cada quien, dentro del equipo estratégico, supiera a cabalidad los retos a los que se enfrentaba.
De esa manera, los miembros del gabinete, asistidos por la comisión de transición, lograrían la información relevante y directa de parte de los actuales incumbentes para iniciar de inmediato una gestión debidamente orientada.
En términos reales, Medina tendrá los años 2013 y 2014 completos, así como la mitad de 2015. La otra mitad es perdida porque –estemos seguros- el proselitismo comenzará temprano con las primarias para escoger candidatos presidenciales, congresuales y municipales. No hay elecciones separadas a partir de 2016. La búsqueda de posicionamiento de las fichas políticas genera parálisis en estamentos del Estado. Medina tendría, en términos netos, 28 meses para gobernar. Son pocos para hacer real su bien fundado y ambicioso plan de gobierno.
Víctor Bautista
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