Un mar de rumores y especulaciones, han corrido sobre los motivos por los cuales, el Príncipe Harry de Inglaterra y su esposa Meghan, decidieron renunciar a los privilegios de la monarquía inglesa, para dedicarse a una vida fuera del protocolo e imposiciones de la realeza, donde parecería que hasta para estornudar, hay un formato.
No voy a referirme a los posibles motivos que los llevaron a salir del lujoso palacio; renunciar a millones, para disfrutar de libertad; si la llegada de su primer hijo evocó en Harry su niñez y desea que sea diferente; si pensó en su madre y sus sufrimientos; ni si Meghan es quien lo rescata de la prisión, “de la jaula invisible” donde estaba encerrado.
Harry es extrovertido; sabe que la vida es una, que hay mucha forma de vivirla. Es posible que, a través de su esposa, conociera más de esa vida que añora y que asidos de las manos, decidieron explorarla. Para lograrlo, no podía permanecer bajo las alas de” mamá gallina”, sino volar con las propias. Tiene derecho a hacerlo; no es justo que ¡toda su vida! este obligado a “llevar una camisa de fuerza” como si naciera para esclavo.
Mis respeto y admiración para la monarquía inglesa, para la Reina Isabel, que con sabiduría y diplomacia aceptaron la petición de Harry de renunciar a beneficios reales para vivir una vida más acorde a sus íntimos deseos. Me imagino el goce callado de esta abuela, al aceptar esta solicitud sin agravio a la corona, que hizo su nieto; lleva lecciones para la juventud: lo material y glamoroso, no dan paz; busca en cosas simples y con tu propio esfuerzo, la felicidad.
Harry y Meghan inician una nueva vida; me encantaría que pasaran unas vacaciones en este pais. Pueden quedarse aquí; la habitación esta lista, camita cómoda, TV, abaniquito, mecedora, etc.; tendrán cafecito, mangú, revoltillo, chocolatico caliente, sancocho, etc., ¡estarán como reyes!
Muchos dominicanos estarían dispuestos a llevarlos a lugares que disfrutarán y les permitirán conocer nuestra cultura, los motivos del optimismo y alegría de nuestra gente. Bastaría que pasaran unos días en el campo, en las montañas, entre árboles y animales, dedicados a recoger frutos, ordeñar vacas, dar maíz a las aves, bañarse en ríos, deslizarse en yagua, montar burros, bailar merengue con perico ripiao; ir a las playas, ¡disfrutar del mar y el sol!; en las ciudades, recorrer parques, artesanías, conversar con la gente; en la capital, pasear por el malecón, ver lugares históricos, marchantas, colmadones, etc.
Ojala vengan al pais; confirmaran que vistiéndose y actuando sin protocolo, entre gente sencilla, se disfruta a plenitud de la vida; que la independencia y paz espiritual son más valiosos que el poder y los bienes materiales; que llevar un sombrero de paja, proporciona más felicidad que llevar una corona de diamantes; que en medio de limitaciones pero entre cariño y libertad, se goza de verdad.
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