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Urgente: El periodismo es una vaina

Tony Pérez.

Después de 50 años, el 5 de septiembre de 2008, el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez volvió a Nuevo Laredo, México, y confesó que “sufro como un perro al leer los periódicos; cada mañana es un desastre”.

Rabiaba el laureado escritor y periodista colombiano por las rutinas informativas y la consecuente ausencia de crónicas y reportajes. En otras palabras, por la falta de vida en las páginas de los diarios.

Cierto. De alguna manera él plantea una crisis del periodismo que debería abrir un debate sobre la emergencia de un nuevo paradigma.

Los periódicos –también la radio, la televisión y el ciberespacio—amanecen, cada día, llenos de frivolidades, expresadas en declaraciones, denuncias, acusaciones y contra-acusaciones de los mismos políticos, los mismos economistas, los mismos sociólogos, los mismos politólogos, los mismos teólogos, los mismos filósofos… Los mismos genios.

Ellos son el mundo, y proyectan su mundo a la comunidad, sin presentarle otras opciones. Y eso es trampa en tanto nada tiene de democrático. Ni de serio.

Y cuando no son ellos, entonces es el amarillismo en su máxima expresión: sangre, violaciones de menores y ancianas, cosificación de la mujer, los cuentos cursis sobre personas pobres…

Vivimos una suerte de era de la corporativización mediática cuando poco importan las historias y la información veraz, y sí valen mucho la manipulación y la enajenación.

Y en ese mar complicado, el periodista es víctima del intrusismo, de la falta de seguridad social y de salarios de miseria, mientras tiene que responder a múltiples funciones dada la burbuja tecnológica que a tantos ha emborrachado, y a la codicia de muchos dueños de medios que “matan la gallina de los huevos de oro”.

El amargue del autor de “Cien años de soledad”, no le impidió sin embargo consolarse al reconocer que “el periodismo es una vaina que uno lleva por dentro”.

Quienes gustamos de esta adictiva profesión-arte, entendemos a la perfección al Gabo. Vivimos rumiando por los tantos peros y, al final, seguimos ahí, aferrados a ella, porque, al parecer, es  ella la que nos oxigena el espíritu. Y ella tendrá que renovarse para no sucumbir ante la falta de credibilidad pública. Y para que podamos decir con orgullo: el periodismo es una vaina bien.

(Al profesor Rafael Núñez Grassals: El Día Nacional del Periodismo pasó sin penas ni gloria. Este 5 abril coincidió con el asueto de Semana Santa. Los religiosos se fueron a sus templos; los otros, a la juerga si no a descansar. Salvo algunas ofrendas florales y el anuncio de 43 pensiones gubernamentales a periodistas que, en mayoría, fueron envejecidos a destiempo en medios privados, el día pasó rutinario).

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