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El sabor de la sangre era el preludio

Con su primera falta, Yandi, se realizó la prueba de embarazo, resultó positiva. Como una niña mostrando el juguete que le dejaron los Reyes Magos corrió hacia el hospital. Deseaba ser madre, más que nada en el mundo.

A sus 20 años, de manera religiosa asistía a sus consultas. Sus primeros análisis reportaron anemia. A pesar del hierro, los multivitamínicos y los brebajes naturales preparados por su madre y abuela, los niveles de hemoglobina en sangre no aumentaban, la anemia no cedía.

Empezó a sentir un fuerte dolor de cabeza, acompañado de debilidad y cansancio. La fiebre era ocasional pero el dolor de muela se instaló para quedarse. Las encías le sangraban cuando cepillaba los dientes, e incluso al comer. El sabor de la sangre era el preludio.

A los cinco meses de embarazo, el hospital de la comunidad decide transferirla a la capital, a la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, hospital que cuenta con los mejores especialistas en todas las aéreas, dentro de ellas hematología. La manejan como Anemia Severa, recibe transfusiones de sangre, pero Yandi después de seis días en el hospital no se recupera. La muela inflamada desfiguró su rostro.

A las 26 semanas de embarazo y descompensada, nuestra principal maternidad, decide reenviarla al hospital Luis E. Aybar, conocido también como “El Morgan”. Por fin logran el diagnóstico: Aplasia Medular exacerbada por el embarazo. En estos meses de agonía para Yandi, no se les ocurrió considerar el aporte de energía que significa el estado de gestación. A la hora de ofrecer un tratamiento, pensamos en nuestras referencias. Interrumpir un embarazo para salvar la vida de una mujer está vetado. El hospital es un templo de la ley.

El pronóstico del embarazo asociado Aplasia Medular es desfavorable, se relaciona a una elevada mortalidad materna. Antes se indicaba el aborto terapéutico para todos los casos, hoy día, con los recursos disponibles, se realizan medidas de soporte entre ellas tratamiento intensivo de transfusiones con incremento del riesgo de aloinmunización a células rojas, HLA y antígenos plaquetarios. Toda una quimera para centros de salud que en ocasiones carecen de agua.

Antes de cumplir las seis horas en la unidad de cuidado intensivo del hospital Luis E. Aybar, Yandi fallece. Jamás valoraron interrumpir el embarazo. La llevaron a morir a otro hospital, quizás para no aumentar sus cifras de mortalidad materna.

El Congreso debe crear leyes para el ordenamiento de la población, parece que siguen los lineamientos del Monseñor: “Si fuésemos menos podríamos repartir mejor”. Yandi murió por ser pobre, invito a humanizar el Código Penal.

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