La fe, la biblia y la República Dominicana: El mensaje que dejó el secretario de defensa de Estados Unidos

El mensaje se dio en vísperas del Día de Acción de Gracias, resaltando la fe como base civilizatoria.

Santo Domingo.– La visita del Secretario de Defensa de los Estados Unidos al Palacio Nacional dejó múltiples titulares: cooperación militar, uso de instalaciones estratégicas y acuerdos operativos. Sin embargo, para mí lo más trascendente —y lo más inesperado— ocurrió al final de sus palabras.

Cuando ya todo parecía concluir, el alto funcionario estadounidense hizo una afirmación que resonó con particular fuerza al destacar que la fe cristiana es esencial, que rezar es importante, y que la República Dominicana es el único país del mundo que tiene la Biblia en su escudo y en su bandera.

Para los cínicos y burlones, pudo parecer un simple comentario protocolar. Para quien conoce la historia espiritual del mundo occidental —y la historia de nuestra República Dominicana— fue un acontecimiento político y moral de primer orden. Y lo es todavía más si recordamos la agenda que la difunta USAID impuso aquí durante varios gobiernos, muchas veces persecutoria contra quienes defendían los valores cristianos.

¿Qué implicó el reconocimiento del secretario de Defensa?

Un reconocimiento que antes se evitaba:

Durante décadas, funcionarios de administraciones anteriores en Washington preferían evitar referencias públicas a los fundamentos cristianos de nuestra civilización.

Esa omisión no era casual: respondía a corrientes ideológicas internas que insistían en separar la vida pública de toda referencia religiosa, incluso cuando Estados Unidos mismo nació —como la República Dominicana— bajo principios bíblicos.

Que un Secretario de Defensa, en pleno Palacio Nacional, reivindique la fe cristiana y el lugar singular de la Biblia en nuestra identidad nacional, no es un gesto menor. Es un mensaje. Y también, una corrección histórica.

¿Cuál es el significado de la Biblia en el escudo y la oración de Daniel?

La Biblia en el escudo y la oración de Daniel:

En vísperas de que la Iglesia proclame la lectura del libro de Daniel —“Mi Dios envió a sus ángeles para cerrar las fauces de los leones”— el jefe militar de la nación más poderosa del mundo exaltó la importancia de rezar y recordó que la República Dominicana lleva la Palabra de Dios en su símbolo patrio.

Nuestro país es, efectivamente, la única nación del planeta cuyo escudo y bandera contienen una Biblia abierta. Y esa Biblia abierta no es un adorno: es un testimonio.


    Declara que la libertad dominicana —como la liberación de Daniel en el foso— se sostiene no sólo en la fuerza militar o en la diplomacia, sino en algo superior: la protección de Dios y la fe de su pueblo.

    También lo recordó San Juan Crisóstomo en el Oficio de Lectura: “Si somos ovejas vencemos; si nos convertimos en lobos somos vencidos.” La mansedumbre, la justicia y la fe son las verdaderas fuentes del poder moral de un pueblo.

    Un Día de Acción de Gracias con un mensaje claro:

    Que estas palabras se hayan pronunciado justamente en vísperas del Día de Acción de Gracias —la fiesta histórica en que Estados Unidos reconoce que todo bien procede de Dios— añade un significado simbólico. Mientras muchas sociedades occidentales han erosionado sus raíces cristianas, el mensaje escuchado en Santo Domingo fue exactamente el contrario:

    Sin fe, la civilización se derrumba. Sin oración, los pueblos se extravían. Sin principios cristianos, la libertad pierde fundamento.

    ¿Qué llamado hace este reconocimiento a la República Dominicana?

    Un llamado para la República Dominicana:

    En un mundo convulso —como advierte el Evangelio de hoy— donde las naciones “se llenarán de angustia y de miedo” y donde las potencias se tambalean, el reconocimiento público de los valores cristianos no es un gesto religioso: es un ancla civilizatoria.

      La República Dominicana ha preservado un símbolo que muchas naciones han olvidado: la Biblia abierta como fundamento de la vida pública. Que un alto funcionario estadounidense lo reconozca y lo valore no debe pasar desapercibido. Es una señal histórica. Es una invitación a reafirmar nuestra identidad espiritual. Es un recordatorio de que la protección más grande no la otorgan los ejércitos, sino Dios.

      Y es, sobre todo, una confirmación de que la fe sigue ocupando un lugar indispensable en la vida de los pueblos, incluso cuando muchos prefieren ignorarlo.