Explicación
1.- Este escrito no lo elaboro como una forma de hacer ejercicio intelectual, por puro esnobismo, para llamar la atención, ni mucho menos por temor a un daño futuro. Y mucho menos querer meter miedo.
2.- Lo que expongo en el presente artículo es fruto del conocimiento adquirido con la práctica, de ahí ahí, por haber sido testigo de lo que voy a narrar, y por lo aprendido mediante el estudio de lo desarrollado por eruditos de las ciencias médicas.
I.- La lucha del enfermo
3.- El ser humano que está con vida debe convertirse en un permanente combatiente contra la injusticia, ser luchador enfrentando las adversidades y, principalmente, ser obstinado batallador, asiduo contendor para no contraer una enfermedad.
4.- No importa el lugar que una persona ocupe en el mosaico de la diversidad de clases sociales. Su interés por estar formando parte del mundo de los vivos, debe ser colocado por encima de todo, porque existir es lo primordial, lo fundamental.
5.- Con el fin de ser parte de la comunidad humana, la mujer o el hombre lo expone todo, a riesgo o peligro. Pero ocurre que estar moviéndose sobre la tierra no depende de la voluntad o diligencia de quien es objeto de una dolencia.
6.- Aquel que de cualquier manera resulta con la salud alterada, mentalmente debe prepararse para la terminación de su vida, porque si no fallece por la afección, es posible morir por los efectos secundarios de los medicamentos o por un error del médico.
II.- Medicamentos que matan
7.- Nada quita que un lesionado, que con mucho esfuerzo económico compra el medicamento adecuado para curarse, el mismo fármaco puede causarle la muerte.
8.- Sé de una persona muy mía, que actualmente está aquejada de una enfermedad y para enfrentarla debe comprar, cada mes, un medicamento que le cuesta RD$ 79,000.00.
9.- Esa medicina que usa, con un valor de RD$ 79,000.00, tiene efectos secundarios, entre otros, los siguientes: “cálculos biliares, que conllevan dolor de espalda repentino; disminución de la actividad de la glándula tiroidea, hipotiroidismo, que causa cambios en el ritmo del corazón, el apetito o el peso; cansancio, sensación de frío, o hinchazón en la parte delante del cuello, así como cambios en los análisis de la función tiroidea; inflamación de la vesícula biliar, colecistitis; dolor en la parte superior derecha del abdomen, fiebre, náuseas, coloración amarilla de la piel y los ojos -ictericia, reacciones de hipersensibilidad (alérgicas) incluyendo urticaria en la piel. Una inflamación de la glándula del páncreas (pancreatitis); los síntomas pueden incluir dolor repentino en la parte superior del abdomen, náuseas, vómitos, diarrea, Inflamación del hígado (hepatitis)”.
10.- Ese fatídico medicamento no está a la venta en farmacias, sino en lugares exclusivos que hacen de distribuidores en algunas ciudades principales de nuestro país.
11.- El aquejado que está en la obligación de aplicarse esa medicina con un costo de RD$79,000.00, vive a medias, mitad con dolor y algo adolorido, y con la posibilidad de que el costoso antídoto le dañe uno o varios órganos que están sanos.
12.- Esa persona que usa la medicina de los RD$79,000.00, está combatiendo el daño imprevisto alojado en su cuerpo, y bajo estado de incertidumbre, porque no sabe qué efecto colateral de ella le está precipitando el fallecimiento.
13.- Hasta aquí he expuesto la posible muerte de un afectado, como consecuencia de la misma medicina que usa dizque para sobrevivir a su quebranto.
III.- Un error médico también es causa de muerte
14.- Toda persona interesada en sanarse recurre al uso de sustancias medicinales debidamente indicadas por su médico, quien es el que tiene calidad para señalar el empleo terapéutico de los medicamentos, pero aunque estos son indicados con el fin de que el paciente recupere su salud, en ocasiones es posible que le llegue la muerte por causas ajenas a la buena voluntad del galeno.
15.- El Dr. Robert Pearl, exdirector ejecutivo de The Permanente Medical Group (1999-2017), el grupo médico más grande de Estados Unidos, y expresidente de The Mid-Atlantic Permanente Medical Group (2009-2017). En estas funciones, dirigió a 10 000 médicos, 38 000 miembros del personal y fue responsable de la atención médica reconocida a nivel nacional de 5 millones de miembros de Kaiser Permanente en las costas oeste y este.
16.- Partiendo de los datos antes indicados, resulta que el doctor Robert Pearl, es un facultativo con suficiente poder legítimo, gran autoridad y plena facultad para opinar con relación a sus colegas, a los medicamentos y la medicina en su país, Estados Unidos de Norteamérica.
17.- ¿Qué nos dice el prominente médico norteamericano? Lo siguiente: “Los médicos estadounidenses recetan el 99% de la hidrocodona del mundo, que contribuye a más de 500.000 muertes por opioides en el siglo XXI. Además, 200,000 estadounidenses mueren cada año por errores médicos, 500,000 familias quiebran debido a facturas médicas y se ha demostrado que el 30% de todos los tratamientos médicos agregan poco o ningún valor clínico”.
18.- Las informaciones que aporta el doctor Robert Pearl, permiten conocer la posibilidad que tiene el que está enfermo de que muera o no. Al afectado le acompaña una eventualidad, no importa que el quebranto sea leve o grave.
Ideas finales
19.- Es cierto que no siempre el enfermo va a morir como consecuencia de los efectos negativos de un medicamento, como tampoco por el error de un médico, pero lo no permanente, lo que sucede de manera accidental, puede ocurrirle a quien padece una enfermedad.
20.- La situación específica de la República Dominicana, enseña que el servicio de salud pública es deficiente, y la medicina privada tiene a los mejores especialistas ubicados en las grandes clínicas de las principales ciudades, donde están las clases y capas sociales de alto poder adquisitivo.
21.- El trato que recibe el paciente dominicano, de parte del médico, depende de la calidad humana de éste, y de la generación o época que forma parte y cuándo se formó.
22.- En nuestro país, aquel que se enferma, su existencia está supeditada a que ocurran diversas circunstancias que escapan a la voluntad del enfermo y, a veces, hasta del facultativo que le atiende.