El día que, ante la ineficacia de los poderes públicos para garantizar el derecho a la honra y la privacidad, los agraviados recurran a hacerse Justicia por su mano, tras el estruendoso aplauso de la sociedad, ¿qué alegarán los fiscales, como si fuéramos Fuenteovejuna?
Es más que espeluznante que en esta república medianamente civilizada, con autoridades responsables y un Ministerio Público empoderado, una locutora radial o bloguera, imitando a su madre, amenace con publicar un video en que dos personas con funciones públicas dizque realizan actos íntimos, como extorsión flagrante en procura de impunidad para sus “protegidos”. Aquí pasó ayer y falta ver alguna reacción del Gobierno. Es espantosa la impunidad con la que opera la conocida gleba extorsionadora y chantajista que difama, injuria y ofende, bajo guisa de periodismo escandaloso, que lejos de ello no es más que una pudrición mediática. Para frenar estos ilícitos flagrantes bastan las leyes existentes y voluntad del Gobierno y la farandúlica Procuraduria, que pese al gusto que tiene por primeras páginas rehúye rascarse en javilla. Como casi todo lo que anda mal, los usuales cacoerolas y añépidos creen que corresponde sólo al presidente Abinader enfrentar esta ola de podredumbre desinformativa. Pero ¿podrían estos cutríficos plebes vociferar tanto sin apoyo publicitario, publico y privado? ¿O sin patrocinadores conocidos? Tanta desvergüenza y contemporización disuelven el orden público y la moral. El día que, ante la ineficacia de los poderes públicos para garantizar el derecho a la honra y la privacidad, los agraviados recurran a hacerse Justicia por su mano, tras el estruendoso aplauso de la sociedad, ¿qué alegarán los fiscales, como si fuéramos Fuenteovejuna?