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La columna de Miguel Guerrero

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Miguel Guerrero.

Danilo Medina estaría incurriendo en un grave error político al asumir la consigna de confrontación “memoria contra el olvido”, en lugar del prudente discurso con el que alcanzó la candidatura presidencial del oficialista Partido de la Liberación Dominicana. Sus últimas declaraciones públicas han estado dirigidas más a descalificar a su oponente, el ex presidente Hipólito Mejía, que a resaltar las virtudes de sus propuestas de gobierno. Este cambio radical tiene en amplios sectores varias lecturas. La primera sugiere una subordinación al liderazgo del presidente y un compromiso de lealtad a políticas que él ha prometido erradicar, “cambiar lo que está mal”, reduciendo así su rol como candidato, lo que le aleja de aquellos sectores ajenos al partido que ven en una eventual victoria suya un cambio importante de rumbo en materia económica y social. La segunda supondría a su vez el abandono de una relativa independencia de criterio que supo mantener en momentos mucho más difíciles y, algo peor aún, un reconocimiento de debilidad frente al repunte de su oponente, el candidato del PRD, a quien ha comenzado a atacar con el mismo ímpetu y pasión que trazara el presidente en la actividad partidista en la que le comunicara públicamente su respaldo, de cuya sinceridad muchos en su propio partido dudan todavía. El dilema al que le enfrenta la candidatura continúa siendo su problema principal, pues una excesiva aproximación al gobierno, del que supo mantenerse a distancia, implicaría un fardo muy pesado y el otro extremo, distanciarse lo más posible de él, podría costarle el apoyo interno que tanto necesita para enfrentar a un adversario con menos habilidad retórica, pero dotado de un carisma impresionante. La política de confrontación que el presidente impuso a su campaña podría hacer pedazos la imagen de conciliador y estratega que de él se tiene.

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