Este día internacional de la mujer encuentra a la Republica Dominicana con sentimientos encontrados.
Por un lado, los habituales reconocimientos y elogios al auge de las féminas y al papel que desarrollan en diferentes estamentos de la sociedad.
Pero en esta ocasión la fecha también tiene una triste connotación, una contraparte dolorosa porque este mes que debe ser de exaltación al rol de las mujeres, igualmente se ha teñido de sangre con la muerte de madres y esposas, víctimas de feminicidios.
¿Cómo es posible que estas tragedias familiares sigan siendo frecuentes y que, desde ningún ámbito, oficial o privado, se hayan podido articular acciones para ponerle término o por lo menos reducir su frecuencia?
¿En qué estamos fallando como sociedad para detener este descalabro social?
El tema se ha abordado en numerosos estudios y seminarios llamados a crear conciencia, pero que en la práctica se han quedado en debates simples e inútiles.
Para no solo quedarnos en lo negativo, es preciso recordar que esta celebración nos da la oportunidad para destacar el empoderamiento de las mujeres en diferentes renglones de la vida nacional.
Asimismo, para que el día no se quede únicamente en un área meramente festiva, hay que llevar una nota de estímulo a las mujeres dominicanas que con su trabajo han trillado el camino luchando contra la desigualdad de género.
Muchas de ellas, sin renombres, ni discursos, se han convertido en heroínas para que las dominicanas puedan seguir adelante en un país más justo y progresista.
Enhorabuena, mujeres dominicanas.
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