Marcos Rodríguez Sánchez falleció recientemente.
Para quienes conocimos y apreciamos de cerca sus extraordinarios valores es muy difícil encajar el golpe de su muerte física: no hay manera de impedir que tantos recuerdos hermosos y tantas convicciones sublimes e indoblegables desborden la intimidad forzada a permanecer por varias décadas en el anonimato.
El dolor que produce su partida de este mundo convulso, irremediablemente se mezcla con el orgullo de haberlo tenido como camarada y amigo. Hermano de ideales y cariños tan entrañables e intensos que ni el tiempo ni los avatares del vivir con dignidad y decoro en un medio de tantas adversidades han logrado avasallar.
Supe de él antes de conocerlo.
Supe de él y de su hermano Polo Rodríguez cuando se dieron a conocer los nombres de los/as jóvenes torturados/as en las ergástulas de la horripilante Cárcel de “La 40”.
Ambos fueron parte de esa camada de héroes y heroínas del Movimiento Revolucionario Clandestino 14 de Junio.
Ambos salvaron posteriormente su vida, cuando junto a un grupo de valientes, desafiando las balas asesinas de los agentes de la tiranía trujillista que custodiaban la Embajada de Brasil (ubicada en la Máximo Gómez esq. Arístides Fiallo Cabral), penetraron en ella a base de pura audacia para solicitar y lograr asilo político.
A mí y a mi hermano del alma, Heriberto Scheker Ortíz (Heri), nos tocó accidentalmente presenciar la hazaña, dada la cercanía de la residencia de Heri y de Luisito a esa sede diplomática.
Luego se conocieron los nombres de sus protagonistas, el de Marcos entre ellos.
Conocí físicamente a ambos cuando retornaron del exilio, luego del ajusticiamiento del tirano y del desplazamiento del primer régimen de Balaguer, ya en mi condición de militante de la Juventud de la Agrupación Política 14 de Junio (1J4) y alumno de la escuela política marxista de esa organización.
Marcos, pasada la contienda de Abril y la Guerra Patria, contrajo matrimonio con Emma Tavares Justo.
Polo se casó con Piquitina Lora y él cayó combatiendo cuando comandaba el frente guerrillero de San José de Ocoa, en diciembre de 1963. Piqui logró sobrevivir de aquella osadía.
Con Emma y sus calidades me tocó compartir varios años de la lucha universitaria en dos espacios singularmente gratificantes: el Grupo Estudiantil Fragua y su excelente Semanario FRAGUA y la Federación de Estudiantes Dominicano (FED), componentes destacados de las luchas estudiantiles y populares previas a la Gesta de Abril de 1965.
Emma y Marcos ingresaron al Partido Comunista Dominicano (PCD) en los primeros meses de 1968 y al paso de los años siguientes, años cuyas dureza y desafíos tuvieron la virtud de generar amor e identidades teórico-políticas de alto vuelo, se forjó entre un conjunto de nosotros/as una formidable hermandad subversiva.
A mi memoria, que ya no es la de antes, vienen los nombres de Asdrúbal, Orlando Martínez, José Israel, Pericles Franco, Carlos Ascuasiati, Carlos Dore, Julián Peña, Mario Sánchez Córdoba, Alfredo Pierre, Maritza Ruiz, José Labourt, Lulú, Silvano, Enma, Marcos, Minou…
No todos/as, después de tantas adversidades y turbulencias, hemos persistido en esa intensa y difícil ruta de ideales y compromisos trascendentes.
No todos/as hemos seguido militando en las luchas por la causa de la libertad y el socialismo; abrazando, en constante esfuerzo renovador, la propuesta liberadora que implica abolir el capitalismo e impulsar el difícil tránsito hacia la sociedad comunista: el proyecto de más profundidad libertaria planteado a lo largo de la historia de la humanidad.
Una parte no.
Otra parte sí, Marcos entre ellos y ellas.
Todo ese conjunto forjó una linda relación colectiva, extensivas a otros y otras camaradas y a amigos muy apreciados, que como Cuchi Elías y Luisito Scheker desplegaron una solidaridad y una contribución sumamente valiosas en aquellas circunstancias.
A mi regreso del exilio me tocó estructurar y participar en la Célula Isaac Deutcher del PCD, junto a Orlando, Emma, Marcos y Pericles; y fui testigo de los inconmensurables aportes de Marcos.
De su honestidad sin límites.
De su inmenso talento.
De sus conocimientos, incluido el dominio de la teoría marxista a profundidad y sin ataduras dogmáticas.
De su aval técnico-científico y cultural.
De sus persistentes y variadas lecturas.
De su vocación por la investigación y su condición de autodidacta.
De su amplitud de miras y formidable cosmovisión.
De su elevada sensibilidad social y su recia condición humana en todos los aspectos de la vida en sociedad.
El sello de Marcos, su pensamiento, sus investigaciones, sus conocimientos, su apoyo, su colaboración… estuvieron presentes de alguna manera en los documentos del PCD, en nuestros artículos, ensayos y libros; también en los Microscopios de Orlando, en los tiempos de gloria de la Revista Ahora, en nuestra Revista Impacto Socialista, en la Colección DEBATE, en el Semanario Hablan los Comunistas, en las Plataformas Programáticas del PCD y luego de la FR y Movimiento Caamañista (MC), y en el prolongado quehacer contestario de nuestro Tiro al Blanco, continuidad de todo aquello.
Todo esto fueron aportes de Marcos, sin que descuidara sus funciones técnicas en el Estado, sus valiosas calidades como servidor público (sin la más tenue mancha en el ejercicio de sus responsabilidades), sus compromisos en el trabajo profesional, los cuidados del hogar, el inmenso amor por sus hijos e hijas, y su auto-formación… hasta convertirse en un gran especialista en el tema del agua, autor de uno los tratados sobre Historia del Agua de mayor trascendencia nacional.
Muchas de lo relatado aquí son cosas desconocidas, o poca conocidas y solo en determinados espacios de la sociedad, tanto por la delicada relación entre sus funciones técnicas en el Estado y su rol político, como por la extraordinaria modestia de Marcos Rodríguez, su baja nota individualista, su carencia de egoísmo y su generoso desprendimiento personal… hasta el punto de no aceptar los reconocimientos merecidos y preferir siempre un discreto perfil en el ejercicio de sus valiosas contribuciones.
A Marcos le interesaba sobre todo aportar al colectivo.
No le seducía ponerle su nombre a sus contribuciones y a sus méritos.
No era hombre de banalidades, ni de personalismos infecundos.
Sus valores trascienden la cultura dominante.
Parecían más bien de otro mundo, de otro país, de otra galaxia. Precisamente del mundo y el país que queremos crear a futuro para que reine la igualdad, el predominio de los intereses de las comunidades y del colectivo humano con toda su diversidad multicolor, siempre en relación armónica con los derechos de la Madre Tierra.
Marcos abrazo con gran pasión un internacionalismo y una visión humanística de profundo calado y largo alcance.
Todo eso me motiva para decirles con toda sinceridad que Marcos Rodríguez Sánchez es un ser singularmente extraordinario.
Y llegó la hora de decirlo y demostrarlo, no para la satisfacción de su espíritu –algo que él jamás aceptaría- pero sí para contrastar e impugnar esta sociedad y este mundo al revés, cargado de injusticias, simulaciones, hipocresías y antivalores, permanentemente y descaradamente exaltados por las elites dominantes.
Este es un primer reconocimiento que hoy quiero dedicar a sus hijos e hijas, en especial a Polo, y a sus familiares y amistades queridas.
¡Otro país, otro mundo, son posibles!
¡Avancemos contra todos los egoísmos y mezquindades en esa dirección!
1-11-21 Santo Domingo, RD