El debate sobre la influencia religiosa y política en la sociedad dominicana se intensifica tras el fallo constitucional.
Santo Domingo.– Escuchar a sectores de las iglesias, sociedad civil y partidos políticos descalificar al Tribunal Constitucional por la sentencia que despenaliza las relaciones del mismo sexo en las fuerzas armadas y la policía es un reflejo de lo ultraconservadora y arraigada que permanece la sociedad dominicana en cuestiones de ganancia de derechos y en la lucha contra la discriminación.
Las críticas al fallo nos hacen saber lo lejos que aún estamos de ser un país con políticas progresistas, y seguimos siendo una sociedad dominada por el conservadurismo y alentada por el catolicismo y el protestantismo, a los que se les otorga más poder e influencia del que realmente tienen.
Un ejemplo de ello es la propuesta para que los militares y policías puedan votar; muchos cambiarían las botas por los votos y los cuarteles se convertirían en comités de base.
Esto es más peligroso que no ser discriminatorio y homofóbico.
El Tribunal Constitucional, desde su renovación, ha demostrado independencia, pero también tenemos políticos y religiosos que actúan no en base a la razón, sino más bien a los intereses que defienden, que muchas veces no son los mejores. Por eso piden la “cabeza” de quienes no satisfacen sus deseos ideológicos.