¿Prestigio de empresarios bajo ataque? 

Algunos políticos creen que los empresarios sólo sirven como mecenas o filántropos. La filantropía, que motiva a regalar riquezas, y el mecenazgo, a proteger artistas, científicos o deportistas, son importantísimos.

Las espeluznantes revelaciones del caso Medusa han mostrado con santo y seña imputaciones de toda clase incluyendo los llamados “apellidos sonoros” para referirse a personas carentes de vínculos accionarios ni de familiaridad –sí de parentesco lejano— con varios principales grupos empresariales dominicanos.

Habituales difamadores, alguna prensa e incluso críticos bien intencionados, pero despistados, llevan días con cantaletas en redes sociales contra el empresariado: que hay grupos familiares enfrentados entre sí o que si tal chisme o este otro. La escaramuza de opinión pública pierde de vista el principal objetivo, la necesidad nacional de regeneración moral: que los imputados en Medusa y demás casos por corrupción que resulten culpables reciban condenas ejemplares.

Quizás el más “sonoro” es la mención de Strukturat, SRL, cuyo responsable Enrique Bonetti Galván es pariente lejano de accionistas y directivos del Grupo SID, pero más cercano por el matrimonio de dos hermanas, con el grupo empresarial de la familia Vicini. Sin embargo, Galván no es ni ha sido nunca accionista, directivo ni empleado de empresas de los Bonetti ni se conoce que lo sea de INICIA, salvo su control de Strukturat, cuyos imputados ilícitos del caso Medusa no comprometen a los Vicini.

Lucha de clases

Quienes pretenden fomentar una anacrónica lucha de clases son, cuando no inconscientes instrumentos, políticos de izquierda que jamás tendrían oportunidad para alcanzar el poder e instaurar regímenes anti-empresariales como los de Venezuela, Nicaragua o Cuba, sin algún rompimiento del orden democrático.

Tampoco olvidan el origen socioeconómico de Luis Abinader, empresario de 55 años que según Bloomberg es el presidente latinoamericano más acaudalado, con un patrimonio que excede los US$75 millones, o sea alrededor de RD$4,200 millones. Sus rivales políticos atribuyen cualquier pifia gubernamental a su condición de empresario.

La riqueza de políticos sin negocios legítimos conocidos enardece a la opinión pública, que justificadamente reclama que cese la impunidad por corrupción pública y privada generadora de fortunas inexplicadas de dirigentes partidistas, familiares y allegados.

Mal momento

La campaña contra el empresariado comienza en un momento crucial para la estabilidad social, económica y política, por las perspectivas de una recesión mundial cuando aumenten la demanda de combustibles, materia prima y alimentos, cuya producción está afectada por la crisis post pandemia y la guerra de Ucrania. La inflación en Europa y Estados Unidos es la mayor de las últimas cuatro décadas.

Pese al buen desempeño del Banco Central conteniendo la inflación mediante restricción del circulante con aumentos del interés bancario, la recuperación económica y el crecimiento de la economía dominicana podrían sufrir si la recesión mundial reduce las exportaciones, la recepción de remesas y la inversión extranjera directa.

Sin embargo, según la Asociación de Bancos, los créditos a microempresas aumentaron en un 33.6 %, con un saldo de RD$27,510.8 millones al cierre de junio, para un crecimiento de microcréditos de RD$6,916 millones en el primer semestre del 2022. La disponibilidad de crédito para microempresarios alienta la esperanza de que la inflación y la recesión importadas afecten lo menos posible a los sectores más pobres.

El deterioro de economía de los pobres por situaciones internacionales es atribuido por la oposición a impericia política del gobierno y ahora además al alto empresariado, una combinación nada halagüeña para la estabilidad.

¿Políticos vs empresarios?

Algunos políticos creen que los empresarios sólo sirven como mecenas o filántropos. La filantropía, que motiva a regalar riquezas, y el mecenazgo, a proteger artistas, científicos o deportistas, son importantísimos. Lo demuestran los brillantes desempeños de atletas apoyados por CRESO.

Pero los empresarios están para crear productos y servicios eficiente y competitivamente, crear empleos, pagar impuestos y (por supuesto) ganar dinero. Para esto último, comienzan el proceso creativo arriesgando sus inversiones.

En el último medio siglo, nuestro país lidera a América Latina en crecimiento, desarrollo, progreso, estabilidad democrática y respeto a derechos ciudadanos, porque –a diferencia de Haití—nuestros empresarios han trabajado como burros y reinvertido aquí.

Algunos podrán ser malos individuos, quizás en proporción menor que políticos quienes, sin invertir, producir, pagar impuestos, crear trabajo ni procurar mejor justicia y buen Derecho, compiten en riqueza con familias que llevan 120 u 85 años trabajando. Defender a la empresa privada, no a bandiditos individuales, es un poderoso antídoto contra las brisas zurdas que llegan desde fuera.

Políticos y agitadores, desclasados e impecunes hasta hace poco, encabezan la campaña contra los empresarios en general, embarrando a familias y grupos sin responsabilidad en acciones individuales de personas con su mismo apellido. No todo lo que flota es una medusa.

Regeneración

Algunos resentidos o inveterados marxistas enchinchan maliciosamente contra el empresariado en general, sin reparar que los ilícitos descritos en el caso Medusa significan que testigos, delatores e imputados merecen que la DGII los audite, mientras las grandes empresas sin relación al expediente poseen contabilidad y estados transparentes y auditados.

Desde 1962, aparte de las mismas empresas que motorizan la economía, los empresarios dominicanos han creado universidades, hospitales, patronatos, gremios, instituciones cívicas, artísticas y deportivas, centros de pensamiento, fundaciones para promover la equidad, la democracia, el imperio de la ley y la defensa de los derechos humanos.

El compromiso social y responsabilidad corporativa del empresariado dominicano, individual y conjuntamente, excede el de todos los países similares de la región.

Para lograr la ansiada regeneración moral, los gobernantes necesitan una legitimidad imposible si se subvierte el orden legal y la paz social, como quieren los proponentes de retrotraer la política a una extemporánea y malsana lucha de clases, que podría descarrilar la reelección de Abinader.