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Hubo que esperar dos años de ocurrido el trágico accidente en que perdieron la vida tres peatones activistas de La Marcha Verde y otros ocho sufrieran lesiones de consideración para que el caso fuese juzgado, y un tribunal condenase al responsable a purgar tres años de prisión y al pago de indemnizaciones que en total suman algo más de cinco millones de pesos.
El abogado de dos de las víctimas bate palmas al afirmar que la sentencia establece un precedente. Por el nos enteramos que esa condena de tres años a cambio de tres vidas es la máxima que establece el Código para este tipo de delito, el más frecuente y el que más víctimas fatales origina. Imaginamos que será la misma de aplicación cuando el número de muertes sea cinco o seis veces mayor, como ha ocurrido en ocasiones cuando en el siniestro interviene una patana y un minibús.
Ahora que se están elaborando planes con vistas a reducir la cantidad de accidentes vehiculares, como principal causa de muertes violentas en el país, salta a la vista que será preciso modificar el Código para variar la tabla de sanciones, aumentando sustancialmente las penas a los responsables, sobre todo cuando concurran elementos agravantes como conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas.
Esto así, tomando en cuenta que en las pruebas aleatorias hechas con el alcoholímetro, más del cincuenta por ciento de los conductores han arrojado presencia de alcohol en la sangre en un nivel superior al límite establecido. Y eso que dichas pruebas no se han llevado a cabo en los colmados y centros de bebidas en horas de la noche, que es cuando el ron, el whisky y el vodka corren como agua.
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Aunque aquí hay un frustrado aspirante político que se promociona bajo el demencial lema de que “más vale por un loco que por un ladrón”, su singular reclamo de favor ciudadano ha encontrado un émulo que lo supera. Se trata del italiano Beppe Grillo, al que suponemos no le une el menor parentesco con “Pepe Grillo”, el simpático personaje a quien el creador de los dibujos animados de “Pinocho” le atribuyó la misión de ser la voz de su conciencia.
Tal como destaca Inés Aizpún en el leído Antes del Meridiano, de “Diario Libre”, una de sus propuestas consiste en retirarle el derecho al voto a los ancianos dado que al quedarle escasa vida no tiene sentido garantizarle el derecho a decidir sobre el futuro. Queda en duda definir si se trata de un caso de eutanasia o de genocidio electoral. Pero sin dudas en cuanto a original su propuesta supera con mucho a la de Karim.
Por cierto, una llamativa valla de este sigue exhibiéndose en una transitada avenida de la capital, lo que si no andamos errados viola la norma que prohíbe la propaganda electoral a destiempo. Salvo que se piense mantenerlo como atractivo para el turismo y la inversión extranjera con la muestra de que somos un país muy especial.
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Y al paso que va, en lo adelante a César “El Abusador” habrá que cambiarle el apelativo y llamarlo César “El Prestigitador”. El hombre no aparece ni en los centros espiritistas. Al parecer quiere entrar en competencia con el elusivo Quirinito. Ni que fuera Mandrake el Mago.