Victor Bautista.
Si hay una contribución relevante que puede hacer la sociedad dominicana es convertirse en veedora permanente y hasta necia del Código de Pautas Éticas enarbolado por el gobierno del presidente Danilo Medina Sánchez.
Ese texto, con 18 cláusulas que hacen de la función pública una suerte de sacerdocio, es una excusa perfecta para la presión social contra la corrupción, la trituradora por excelencia de los recursos públicos.
El valor de este documento reside en el hecho de que constituye un compromiso público del mandatario y de su gabinete con las mejores prácticas en materia de dirección del Estado. Es un resorte para el cumplimiento de la Ley 41-08, de Función Pública.
Propongo que organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación conformen un observatorio que se dedique a vigilar el estricto cumplimiento del citado código, independientemente de la responsabilidad puesta en manos del abogado Marino Vinicio Castillo. La idea e ir más allá de la anécdota y el amago.
Me refiero a un órgano independiente y funcional dispuesto a poner en evidencia a los funcionarios astutos que intenten saltarse la normativa y embobar -como pudiera ser- a la Dirección de Ética.
Un buen inicio sería la reproducción del código por parte de todos los diarios y su impresión masiva -por iniciativa del gobierno- para distribuirlo por doquier, con un nivel de inundación que ningún sector se quede sin cubrir.
Las acciones que planteo nada tienen de inocentes. Convienen a la sociedad –hasta coronilla respecto al saqueo del Erario-. Convienen también al presidente Medina, quien podrá quitarse de encima algunas crápulas que, por favores políticos, cruzaron el cedazo y están ahí listas para el asalto al dinero público, aunque pretenden entretenernos discurseando sobre el advenimiento de una revolución moral que en el fondo de su alma odian.
Víctor Bautista
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